Año CXXXVI
 Nº 49.775
Rosario,
sábado  08 de
marzo de 2003
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Festival de cine: Una velada de gala con cierto espíritu retro

Fernando Toloza / La Capital

Mar del Plata (enviado especial).- La nueva edición del festival promete crear un lazo de unión entre el cine de la Argentina y el de Iberoamérica. Es una promesa difícil de cumplir por la historia de la Argentina, siempre más cerca de Europa -en la imaginación- que de los países vecinos, pero el encuentro marplatense apuesta a fomentar el vínculo latino. La noche de apertura estuvo cargada de ese deseo, desde los discursos hasta el espectáculo de apertura y la primera película programada, y algunos los destellos de extravagancia que siempre aporta la gente, convencida de que se trata de un espacio donde mostrarse.
El inicio del festival quiso ser la salida del tren de las estrellas desde la ciudad de Buenos Aires hacia Mar del Plata. Algunos actores viajaron en junto a autoridades del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), y al llegar a la Feliz treparon a tres autos antiguos, de colección, para hacer su arribo al centro de la ciudad, en una caravana donde los acompañaban las combis del Incaa. La delegación era encabezada por el secretario de Cultura de la nación, Rubén Stella, quien mostró en su rostro la satisfacción que la producía la aventura, como si estuviese en una película de época.
La gala de presentación llenó el teatro Auditorium y más que las estrellas, buena parte de las miradas se las llevó un joven vestido con una larga túnica dorada, con estampados dignos del edredón de una abuela prolija. El muchacho era el peluquero de las estrellas en Mar del Plata y más de alguno pensó que se trataba de un representante de la India, probablemente un compañero la directoras de cine hindú Deepa Mehta, una de los miembros del jurado.
Terminados los discursos, las pocas figuras que había empezaron a marcharse, y con ellas el público. La masiva retirada impulsó a la bella locutora, una morocha ataviada de rojo, a tomar el micrófono y preguntar, tratando de ser simpática: "¿adónde van?". La pregunta no surtió efecto y la gente seguía yéndose. Después de un show artístico con buenas intenciones, pero con algunas mezclas estéticas incomprensibles, como una gigantesca imagen de los inicios de América en estilo de historieta a modo de escenografía, se exhibió "Ciudad de Dios". La película de Fernando Meirelles cuenta la historia de dos jóvenes, Dadito y Petardo, que viven en un gigantesco barrio marginal de Río de Janeiro.
El filme es efectivo, pero mecánico, porque repite procedimientos, y porque trata de dar una esperanza, y le avisa, todo el tiempo, al espectador, como si le dijese: "Esto es terrible, pero no todo está perdido". Como un émulo de Fito Páez, quien al parecer pasó la noche del jueves por el festival, aunque no se hizo notar, a diferencia de algunos actores mayores, que no fueron aplaudidos porque están tan cambiados en su afán de ser jóvenes, que ya resulta difícil reconocerlos.


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