"Los micros de larga distancia que atraviesan las rutas argentinas están muy bien construidos si uno se aferra a los planos autorizados por el órgano de contralor. Son muy vistosos y cómodos, pero no están preparados para los imprevistos ni resisten el mínimo impacto". La afirmación fue hecha en la última semana, coincidentemente, por dos técnicos especializados: un perito accidentólogo de la policía local y un ingeniero civil con más de veinte años de trayectoria en la construcción de ómnibus. Tanto uno como otro avalaron su conclusión después de analizar in situ la tragedia del interno 124 de la empresa El Práctico, ocurrida la madrugada del domingo pasado en el cruce de la autopista Rosario-Roldán y la ruta A-012. Tras sobrepasar la bajada que debía tomar, el conductor del colectivo pretendió descender por una pronunciada curva a 100 kilómetros por hora por lo que perdió el control del volante, chocó contra el guardarrail y cayó a un zanjón donde tumbó sobre su lateral derecho. El saldo fueron 10 muertos y 26 heridos.
A sólo 48 horas de la tragedia, el perito policial le confirmó a La Capital que el tacómetro del micro siniestrado había quedado "clavado en 100 kilómetros por hora" cuando se produjo el episodio. También consideró que, de acuerdo a su vasta experiencia, el accidente "fue consecuencia de una falla humana" y agregó que "estos micros son muy débiles para resistir impactos fuertes como puede ser un choque o un vuelco".
Para sustentar su apreciación, el técnico comentó que en la mayoría de los accidentes sufridos por unidades iguales o similares a las de El Práctico, "un lateral o el techo se desprenden de la carrocería porque sus partes están soldadas y no resisten la fuerza del choque. De esa manera, los pasajeros quedan expuestos a sufrir graves consecuencias".
Mucho más allá de esos conceptos se extendió el ingeniero Valter Silva, quien se inició en la ya desaparecida fábrica de carrocerías Decaroli, después trabajó algunos años en Buenos Aires y Brasil y en la actualidad dirige una consultora en esta ciudad. A partir de esa experiencia, Silva desarrolló y patentó un modelo de micro cuya estructura "es semejante a las de los aviones, es decir totalmente diferente a las actuales" y, según él lo afirma, "resiste los fuertes impactos de los accidentes".
"Los actuales micros están construidos en cuatro módulos (zona inferior, zona media hasta primer piso, laterales superiores y techo) unidos entre sí por soldaduras de arco. Cada una de esas partes se construye en forma independiente, con segmentos de caño que se van soldando entre sí para después unirlas en lo que va a ser el micro", relató Silva. Y agregó que "las unidades en circulación tienen sólo 8 cuadernas (parantes) que permiten que haya una superficie vidriada amplia pero que no son suficientes para resistir los impactos violentos".
De esta manera, cuando el micro sufre un impacto de magnitud (como el que tuvo el interno 124 de El Práctico) "las soldaduras no lo resisten y alguno de los segmentos en que está quebrada la carrocería se desprende". En la tragedia de Roldán, fue el segmento superior (desde el piso de la planta alta hasta el techo) el que se separó de la unidad dejando al descubierto a los pasajeros que iban arriba".
En relación a por qué fue la parte superior la desprendida, el perito que habló con La Capital aseguró que "al volcar sobre su lateral, el guardarrail actuó como una guillotina que segmentó la carrocería".
Asimismo, Silva expresó que, "si a la fragilidad de la estructura se suma que las butacas están abulonadas al piso sólo con dos tornillos y otros dos van apoyados sobre la pared lateral del colectivo, el golpe sobre ese lateral los desprende fácilmente haciéndolos volar junto a quien allí va sentado".
Un sistema distinto
El 11 de enero de 2000, la Administración Nacional de Patentes le otorgó al ingeniero Valter Silva el certificado que lo acredita como inventor de la "estructura metálica espacial" para el montaje de colectivos. En este novedoso sistema, el profesional rosarino trabaja sobre la base de construcción de los aviones. "Es decir que las cuadernas (parantes) no se encuentran conformadas por segmentos unidos por soldaduras sino que son estructuras transversales íntegras, de una sola pieza, atravesadas por largueros sin cortes". Y esto, el ingeniero lo sostiene con un principio básico de su especialidad: "por definición de continuidad no hay que cortar parantes para abrir ventanas".
La estructura planteada por Silva está hecha con tubos de acero que conforman un único conjunto que, "aún sin soldar no se quiebra, porque los largueros atraviesan y se apoyan en las cuadernas", relató el ingeniero que asegura no tener el capital suficiente para montar un prototipo y demostrar la seguridad de su invento.
Mientras en el actual sistema de construcción la estructura "tiene 8 parantes", en el invento de Silva se elevan a 14. "No es lo mismo un impacto resistido por 16 cuadernas que si la fuerza recae sobre 28", concluyó el ingeniero.