El dólar sigue en una cotización muy baja, en el marco de una apreciación ficticia del peso y en un contexto económico en donde nadie paga las obligaciones con el exterior y las regulaciones del mercado cambiario son muy rígidas, restringiendo así la compra de dólares y obligando a los exportadores a vender las divisas que reciben del exterior.
En este escenario, las grandes empresas que tienen sobrantes de pesos (ya que no pueden pagar sus deudas en el exterior) se ven obligadas a colocar estos excedentes en pesos en el sistema financiero.
Los bancos saben que este dinero que reciben es de corto plazo, ya que cuando se desregule el mercado cambiario y les autoricen a estas empresas a pagar sus deudas en el exterior, sacarán los pesos de los bancos y tendrán un serio problema de liquidez.
Una primer conclusión a la que arribamos es que como el mercado cambiario está altamente regulado, son muy pocos pesos los que se pueden destinar a la compra de dólares y muchos los dólares provenientes de la exportación que se venden obligados para comprar pesos. En ese contexto, la oferta de moneda estadounidense es mucho más alta que la demanda y el peso se aprecia.
Para que la Argentina se convierta en un país serio tanto el sector público como el sector privado deberá honrar la deuda contraída con el exterior, ya sea de capital como de intereses.
Cuando el gobierno autorice a los privados a honrar sus acreencias, los privados saldrán a comprar dólares y cambiará la oferta y la demanda en el mercado, lo que potenciará a la suba el tipo de cambio.
Esto traerá un problema adicional, ya que las empresas que realizaron plazos fijos porque no podían comprar dólares retirarán estos fondos de los bancos creando un problema de iliquidez, con lo cual, no sólo se depreciará el peso, sino que la tasa de interés llegará a niveles muy elevados.
Una segunda conclusión a la que arribamos, en la medida que se proceda a la desregulación del mercado cambiario, es que deberá pensarse en una reestructuración del sistema financiero, de lo contrario los problemas se potenciarán.
Cómo incentivar la inversión
Un nuevo gobierno deberá impulsar la inversión, pero es imposible pensar que alguien invertirá en el país si tiene prohibida la compra de dólares, no puede remesar al exterior utilidades, y tampoco tomar crédito internacional ya que nadie le prestará a ninguna empresa que se radique o esté radicada en la Argentina si el gobierno prohíbe devolver los fondos prestados en dólares ante el temor de una depreciación del peso.
Como se nota, el país no tiene posibilidad de recibir inversiones y crédito hasta tanto no se desregule el mercado cambiario, y cuando ésto suceda es muy posible que la depreciación del peso sea muy brusca, suba la tasa de interés y el sistema financiero tenga serios inconvenientes de solvencia.
Una tercera conclusión a la que arribamos es que es imposible pensar en un veranito en este escenario, lo que vivimos es sólo una recuperación luego de golpear contra el piso. De aquí en adelante resulta imposible ver un incremento de la inversión dada la alta inseguridad jurídica y fiscal que tiene la Argentina.
La bomba de tiempo queda en manos de la nueva administración que asuma a partir del 25 de mayo de 2003, que tratará de impulsar la inversión, para ello deberá desregular el mercado cambiario, permitir que los privados honren sus deudas con el exterior, renegociar y comenzar a pagar los intereses de la deuda del sector público (estamos en cesación de pagos desde hace 15 meses), realizar la reforma del sistema financiero y por último tener un presupuestos con un superávit primario no menor al 4,5% como Brasil.
No parece poco para un gobierno que tendrá que convivir con un Congreso heredado y un contexto internacional que le será hostil. Mientras tanto, los inversores se vuelcan al plazo fijo que paga tasas del 24% al 28% anual para grandes montos o han comenzado a realizar colocaciones financieras actualizadas por inflación más una tasa del 15% anual. Mucho premio para tantos problemas a resolver.