| | Panorama internacional De los arrozales vietnamitas a las arenas de Irak
| Alberto Galeano
Hay tanta semejanza entre la invasión que prepara Estados Unidos a Irak y las guerras que instigó y llevó a cabo en el siglo pasado, que pareciera que George W. Bush se encamina a cometer los mismos errores que condujeron al ejército estadounidense al desastre de Vietnam. Y es que por momentos Bush habla como los ex presidentes Richard Nixon o Ronald Reagan o el ex secretario de Estado Henry Kissinger, considerado un criminal de guerra por algunas organizaciones de derechos humanos. En la noche del miércoles pasado, el presidente Bush dijo en el American Interprise Institute, de Washington, una frase que refleja antiguas experiencias, no por cierto logradas con tan buenos resultados como ocurrió en Alemania y en Japón al finalizar la Segunda Guerra Mundial: "Estaremos en Irak todo el tiempo que sea necesario". Helen Thomas, una periodista prócer de la otrora poderosa United Press International, le preguntó a Bush, con esa libertad y precisión que tienen algunos periodistas estadounidenses: "¿Cómo se puede bombardear a un pueblo para que apoye la democracia? Esto es una cuestión de conquista. Ellos no pidieron ser liberados por Estados Unidos. ¿Esta es la solución que les estamos imponiendo?". La pregunta quedó sin respuesta. Bush dijo que tras la ocupación de Irak se iniciaría un período de ocupación con el fin de instaurar un régimen democrático, cuyo ejemplo serviría para consolidar un futuro Estado palestino que vivirá en paz al lado de Israel. A fines de abril de 1970, el entonces presidente Nixon comentó durante el anuncio de la invasión formal a Camboya: "Vivimos en una época de anarquía, tanto en el exterior como en nuestro país. Observamos ataques insensatos contra las grandes instituciones creadas por civilizaciones libres en los últimos 500 años". El ex secretario Kissinger, a quien se responsabiliza por apoyar el golpe militar contra el fallecido presidente Salvador Allende, opinó en una oportunidad: "No entiendo por qué se puede permitir a un país ir hacia un régimen comunista por la irresponsabilidad de su gente". Algunos analistas advierten que la posible invasión estadounidense a Irak serviría de modelo para posteriores incursiones en otros países, entre ellos Irán, que junto con Corea del Norte e Irak integra lo que Washington denomina "Eje del mal". Es cierto que los alemanes y japoneses aceptaron a regañadientes ser democratizados por los estadounidenses en el marco de una política de desnazificación. Pero lo contrario ocurrió cuando Washington nombró un gobierno "títere" en Vietnam del Sur para luchar contra los comunistas. Merece recordarse que unos 800.000 estadounidenses participaron en la guerra de Vietnam, de los cuales 56.237 murieron, en tanto 303.654 quedaron heridos o lisiados, con un costo de 150.000 millones de dólares. Mientras Bush amenaza con la guerra en Irak, ignorando las manifestaciones antibélicas que recorren el mundo, la lucha diplomática se sigue dando en el Consejo de Seguridad de la ONU. Por un lado, Washington prepara una segunda resolución que declararía la guerra con el apoyo del Reino Unido y España, a la que la siguen obedientemente otros países como Australia e Italia. En contra de esta propuesta están Francia, Alemania y Rusia, países que presentaron un memorándum para que el trabajo de los inspectores de desarme de la ONU se prolongue por cuatro meses más. La actitud de Irak de acceder a la destrucción de los misiles Al Samud 2, calificado de "paso significativo" por el jefe de inspectores de desarme, Hans Blix, es una señal positiva de que la vía diplomática está dando sus buenos frutos. "Si nos precipitamos a usar la fuerza, la tentación será fuerte en otras crisis para recurrir también inmediatamente a la fuerza. No estamos en un callejón sin salida", dijo el canciller francés, Dominique de Villepin. Aunque algunos dudan sobre cuál será la posición francesa de vetar o no una segunda resolución que autorice un ataque a Bagdad, la posición del gobierno del presidente Jacques Chirac fue hasta ahora la más dura contra la administración Bush. La vieja Europa, representada por estos países, se opone a la dura posición de Bush, que no deja de repetir que es indispensable desarmar a Saddam Hussein, a quien acusa de poseer armas de destrucción masiva, de someter a su pueblo y de estar vinculado con la red Al Qaeda, a quien Washington responsabiliza por los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2001. Bush está obsesionado con derrocar a Saddam Hussein. Y como dijeron otros ex presidentes y líderes de su país, habla de que no puede permitir que exista un régimen con semejante poderío militar que amenace sus intereses. La historia recuerda que Nixon quería lanzar una bomba atómica sobre Vietnam para ganar la guerra y así asegurarse la reelección, pero no tuvo suerte, porque su presidencia sucumbió al caso de espionaje político denominado Watergate. A pesar de sus razones para atacar a Hussein, nadie sabe cómo va a terminar esta aventura iniciada por Bush, más allá de que se ufane de que el ejército estadounidense se encuentra en condiciones para librar no una, sino varias guerras a la vez. El presidente francés Chirac, cuya popularidad crece gracias a oponerse a Bush, dijo que si Irak se despojara de sus armas de destrucción masiva, el mandatario estadounidense podría decir que se logró sin derramar sangre. "En la vida de un estadista, eso cuenta: no derramar sangre", remarcó Chirac
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