Año CXXXVI
 Nº 49.769
Rosario,
domingo  02 de
marzo de 2003
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Punto de vista: La vil metáfora tras los casting

Orlando Verna / Escenario

Los números estremecen y enternecen. La eterna búsqueda de la fama a la que son sometidos miles de jóvenes desde hace tres años por la televisión argentina deja mucho más que un sabor amargo. Los casting se siguen reproduciendo y comienzan a oler mal. El abuso se cimienta en la falta de perspectivas que ofrece un oscuro presente y un futuro con interrogantes. Todo comenzó en el 2000. Para el casting de "Expedición Robinson" se presentaron 6.700 postulantes. Ya para "Gran Hermano I" la cifra subió a 16 mil y para la segunda parte llegó a la espeluznante lista de 160 mil candidatos. Lo mismo pasó con "El bar": la primera edición tuvo seis mil inscriptos y la segunda 20 mil. Después vinieron los "Pop star" femenino y masculino y "SuperM", y los elegidos nunca superaron la veintena. Hecho costumbre, los chicos meten en su mochila un book de fotos caseras o no, un casete con su performance musical, a veces una carta de recomendación y todas sus ilusiones. Pero todo fue de mal en peor. En el 2003 primero se metieron con los niños y después abandonaron a los participantes a su suerte. "Generación pop" convocó a tiernitos de entre 10 y 15 años, consiguió ocho mil adhesiones y quedarán sólo 10. Luego vino "el éxito" de "Operación triunfo". ¿A alguien se le ocurre que se puede atender con respeto a más de 40 mil personas, escucharlos cantar, ver sus fotos y analizar con seriedad sus curriculums? De todos ellos fueron escogidos 18 dejando desnuda, gracias a la repetición, la verdadera metáfora que encarnan los casting. En primer lugar, una exaltación de la individualidad, del "yo contra todos" de una sociedad caníbal como la nuestra. En segundo lugar, la entronización del mercado como forma elemental de regulación de las relaciones sociales. Y por último, la peor de las metáforas: la de la exclusión, donde hay poco para repartir entre muchos. Llegó la hora de mirar de reojo los sistemas que eligen algunos productores para elegir a sus artistas porque siguen reproduciendo un modelo cínico donde las personas son cada vez más un mísero número. O mandarlos alguna vez a ellos mismos a hacer la cola.


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