La historia del cine argentino está hecha de la suma de diferentes odiseas. La primera, aunque resulte paradójico, es poder filmar una película. La segunda, estrenar. La tercera, tener buena crítica y recibir el apoyo del público. La cuarta, que depende de la tercera, hacer otra película, a pesar de que la primera haya tenido problemas en el apartado tres, o incluso si funcionó bien. Y así se podría seguir al infinito, pero en general la tercera odisea suele ser decisiva para el destino de un filme, aunque no siempre el parecer de la crítica coincida con el del público, y la relación ofrezca distintas posibilidades y consecuencias.
"Ilusión de movimiento", la ópera prima de Héctor Molina estrenada el jueves pasado, se encuentra en esa tercera fase, en un difícil equilibrio entre críticas desfavorables en los diarios de alcance nacional, la buena performance de público en Rosario, la reacción a favor de algunos medios, y una serie de reseñas favorables de críticos de cine en revista especializadas en cine.
Opinión y rumor
¿Cómo repercuten las críticas desfavorables? En general, el público suele prescindir de la opinión de los críticos, y el boca a boca es más fuerte que el dictamen de un periodista especializado. Pero también es cierto que esa verdad funciona mayormente en los productos de gran impronta comercial, y donde la calidad no es una cuestión en juego. Por ejemplo, "Esa maldita costilla", con Susana Giménez, fue demolida por los hombres de prensa, pero la boletería dijo otra cosa. Lo mismo que "Apasionados", "Manuelita" y algunas otras películas que, en general, tuvieron la marca de la TV por detrás, con figuras taquilleras y en general pocas ideas.
El caso del cine de autor, en el que podría ubicarse a "Ilusión de movimiento", necesitó siempre en la Argentina del apoyo de la prensa para darse a conocer. Por ese motivo, las críticas desvaforables en los diarios con mayor circulación tienen un peso considerable en la balanza que determina la performance de una película, aunque no son la última palabra. Pueden ayudar, hacer retroceder o ser por completo intrascedente.
"El cumple", la película de Gustavo Postiglione, puede servir de ejemplo para el tercer caso. El filme tuvo una batería de críticas favorables, pero en Rosario el público no la acompañó como se esperaba. "Ilusión de movimiento" es, en ese sentido, el opuesto. Las críticas nacionales no la apoyaron, y sin embargo en Rosario la performance de público es auspiciosa: reunió más de 1.500 espectadores en sus primeros cuatro días en la ciudad.
Sin embargo, la situación de la película se complica puertas afuera Rosario. En Buenos Aires, la opinión desfavorable de muchas críticas está restando público, y el futuro de la película en el resto del país es incierto.
Un estreno criticado en Buenos Aires tiene más dificultades en llegar al interior, pero también puede dar alguna sorpresa. No todas las plazas reaccionan igual. Un ejemplo: "Mi gran casamiento griego" no funcionó en Córdoba, y en Rosario fue un éxito, al punto de que el filme ya llegó a los clubes de video y aún está en cartel. Pero hay que reconocer que esto en general suele ocurrir con películas no argentinas, aunque cada tanto alguna criolla sorprenda.
El aplomo de director
"No voy a salir a responder a las críticas, porque cada uno tiene derecho a pensar y sentir lo que quiera, pero reconozco que me cayó muy mal una de las críticas, porque me parece que mi película no es para ponerle «mala»", dijo Molina a La Capital, y agregó que esa y otras críticas pueden hacer retroceder al filme, aunque se mostró confiado de la respuesta en Rosario, y con aplomo para afrontar, si se da el caso, una baja performance en el resto del país. Además de los proyectos en danza, entre los que se cuenta su participación en "Ensayos", un ciclo con unitarios dirigidos por realizadores del cine, y para el que Molina cuenta trabajar nuevamente con Héctor Molina y probablemente Marisa Mondino, la pareja de Grandinetti.
En cuanto a la inversión de la película, el director contó que recibió el respaldo de los organismos que ayudaron a su financiación (Instituto de Cine, Secretaría de Cultura de Rosario y Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe) frente a la recepción desfavorable del periodismo de los medios gráficos masivos. "No hago una película para los críticos", se explayó Molina, y comentó que en Buenos Aires hubo muchas sorpresas entre el periodismo mismo por las críticas desfavorables, lo que tal vez desemboque en una polémica en torno al filme.
Después del mal trago, la respuesta parece ser seguir adelante. Respaldar la película y empezar a pensar en el futuro, porque haber estrenado comercialmente, aunque la recepción haya sido problemática, es un paso adelante en la carrera de cualquier realizador argentino, aunque siga inmerso en el mar de odiseas del séptimo arte nacional, donde la última prueba nunca es la última.