 |  | Masacre de Floresta Dicen que el policía que asesinó a tres jóvenes sabía lo que hacía Comprometieron al hombre que disparó en una estación de servicio durante la convulsión de diciembre de 2001
 | Buenos Aires.- Los testigos presenciales del crimen de la llamada "Masacre de Floresta", en la que tres jóvenes fueron asesinados, comprometieron hoy, en el primer día de juicio oral, la situación del suboficial retirado de la Policía Federal Juan de Dios Velaztiqui, acusado de los homicidios, y reforzaron la sospecha en torno a que el imputado estaba "plenamente consciente" de lo que hacía. Es que los testigos, entre los cuales estaba un cuarto amigo de las víctimas que alcanzó a escapar, relataron que Velaztiqui, custodio de la estación de servicio, escuchó molesto los comentarios contra la Policía que hacían los jóvenes en una mesa y les disparó a sangre fría a Maximiliano Tasca, de 25 años, Adrián Matassa, de 23, y Cristian Gómez, de 25. También sostuvieron que luego el acusado intentó "enmascarar" la escena, sacando los cuerpos hacia afuera del bar que funcionaba en la estación de servicio, colocándole un cuchillo a una de las víctimas y llamando al Comando Radioeléctrico para avisar que había habido un tiroteo. Solo uno de los testigos aseguró que, después de la masacre, creyó ver a Velaztiqui con el rostro "desencajado" y los ojos "desorbitados", pero los otros cuatro testigos sostuvieron que el acusado estaba "absolutamente normal", tanto antes como después del violento episodio. Durante toda la audiencia, Velaztiqui permaneció con la cabeza gacha, anteojos negros (aduce tener problemas visuales), y un pañuelo blanco en sus manos. "No se inmuta, se hace la víctima. El 98% de la audiencia no pude sacarle los ojos de encima... Le miraba las manos y pensaba lo que esas manos habían hecho", comentó Silvia Irigaray, madre de una de las víctimas. "Es insoportable tener ahí sentado al asesino de mi hijo", añadió. Mientras tanto, en las puertas de la sede judicial ubicada en Lavalle al 1100, más de un centenar de familiares y amigos, junto algunos militantes del partido Izquierda Unida, se concentraron con carteles que decían "Floresta por Justicia" y "Fusilados", mientras entonaban cánticos contra el imputado. Adentro, frente a los jueces Pedro Aquino, Oscar Rawson Paz y Rodolfo Urtubey, el relato más dramático lo aportó Sandra Bravo, la empleada del maxiquiosco que se convirtió en una testigo privilegiada de la escena y que recibió amenazas en los últimos días. Precisamente, Bravo se quebró en lágrimas en su intento por describir todo lo que había visto aquella noche del 29 de diciembre de 2001, cuando en Plaza de Mayo ocurría un "cacerolazo". Según los relatos, los chicos entraron al bar de la estación de servicio Repsol-YPF de Gaona y Bahía Blanca cuando en la televisión pasaban las imágenes de un policía agredido por manifestantes, a raíz de lo cual Tasca dijo "está bien, ya era hora que le pegaron a uno de ellos". Cuando le hicieron notar que había un policía en el lugar, Tasca quiso tranquilizar las cosas con un "está todo bien", pero momentos después, cuando compartían una cerveza, las imágenes se repitieron y el chico dijo "brindemos por eso". Tras sacarse los anteojos y pararse detrás de ellos, Velaztiqui "sacó el revolver y le disparó a Maxi a menos de un metro. Después a Cristian, al que lo remató en el piso mientras levantaba las manos y por último a Adrián... Yo creo que paró porque se le escapó el cuarto chico sino creo que nos mataba a todos", dijo la mujer. Adrián Matassa recibió un tiro en el abdomen y quedó tendido en el piso en grave estado; momentos después de que llegar a la Policía, alcanzó a levantar el pulgar al escuchar la ambulancia, pero murió luego en el Hospital Alvarez. Enrique Sebastián Díaz era el cuarto chico que ocupaba la mesa y quien ayer contó que escapó apenas vio que Velaztiqui concretaba el primer disparo. Roberto Rochaix y Pablo Todorosky estaban juntos en una de las mesas de la estación de servicio y vieron lo que pasaba luego del primer estallido, pero ratificaron la secuencia relatada por Bravo. Gastón Domínguez, un empleado de la estación de servicio, vio la misma escena pero desde el lado de afuera del local. Tras la balacera, contaron los testigos, Velaztiqui arrastró de los pies a Tasca y lo sacó a la playa, y luego hizo lo mismo con Gómez, cuya mano había quedado aferrada al pie de la mesa. El testigo Rochaix admitió que ayudó a Velaztiqui a abrirle la mano y levantar la mesa para que el acusado pudiera arrastrar también ese cadáver. Pero el fiscal Julio César Castro y los abogados querellantes Alfredo Rodríguez, Donato Perillo y Juan Carlos Mora intentarán demostrar que el imputado era "consciente" de lo que hacía. (DyN)
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