Si algo quedó claro anoche en Lanús es que la derrota en el debut ante los granates no fue un espejismo. El último campeón volvió a entregar una imagen muy pobre y la consecuencia fue otra vez irse con las manos vacías. Los cabuleros ya dirán que la cancha de Lanús (donde jugó en la primera fecha y ayer hizo de local) es la culpable pero en realidad el equipo de Gallego parece relajado y esta vez fue Gimnasia el que no se lo perdonó ganándole por un claro 3 a 0 que pudo ampliarse. Independiente pareció una sombra de aquel equipo que ganó el Apertura con autoridad, fútbol y goles. Es cierto que no contó con varios titulares pero también que estuvo muy lejos de aquel que estuvo en la cumbre del fútbol argentino. Empezar a hablar de Independiente parece quitarle méritos al buen trabajo de Gimnasia, que contó con la reaparición en la red de Roberto Sosa desde que volvió al país (para Boca no había marcado). Nuevamente Independiente quedó librado a esfuerzos individuales insuficientes, se excedió en un juego centralizado sin sorpresa, no supo reemplazar en defensa la ausencia de Milito y fue ineficaz en el ataque ante la falta de Silvera. Gimnasia sólo opuso orden táctico e inteligencia para ocupar los sectores del campo y le sobró para vencer con claridad. El Pampa, quien había llamado la atención con un remate en el travesaño a los 15', inició el camino del triunfo 120 segundos después cuando definió sólo tras una habilitación de Leiva. La tendencia del primer tiempo se acentuó en el segundo cuando Independiente quedó rendido con el segundo gol convertido a los 8 minutos por San Esteban, de penal, en una jugada que coronó una buena maniobra personal de Enría. Allí terminó el partido, porque el equipo de Gallego fue incapaz de reaccionar y Gimnasia pudo golear antes de que Enría batiera a Díaz (evitó varios goles hechos) con una cabezazo al final.
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