Corregir un precio equivocado en el Carrefour es una tarea difícil. En el apurado trámite de facturación lo más seguro es que al cliente se le pasen por alto las reiteradas diferencias entre las cifras ofertadas con letras de catástrofe y las impresas por la registradora. Y si uno se da cuenta, no basta con advertirlo para evitar pagar de más, porque las normas del híper -que parecen las de una oficina pública- establecen que uno debe abonar más de la cuenta para luego acceder a un cupón a descontar en la próxima compra.
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