Año CXXXVI
 Nº 49.760
Rosario,
viernes  21 de
febrero de 2003
Min 16º
Máx 27º
 
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cartas
Adiós a una amiga

Al cumplirse el primer mes de la muerte de quien fuera nuestra gran amiga y servidora María Angélica Acosta, la recordamos con cariño y ofrecemos a Dios, por ella, una oración. Reconocemos y destacamos su meritoria y desinteresada labor sirviendo a Cristo y a su Iglesia en la persona del pobre y del carenciado. Fiel a la Iglesia, se alimentó siempre del pan de la palabra, la oración y de la eucaristía, lo que motivaba siempre en ella una gran preocupación por el otro. Siempre se la veía esmerada, con solicitud y prudencia, intercediendo por los demás. Nunca pidió nada para sí. ¿Y qué decir cuando de actividades parroquiales se trataba? Siempre estaba allí disponible y activa. Muchos, si no todos, conocimos sus grandes dotes y habilidad de colaborar con rifas, polladas y otras actividades. En nuestra comunidad, parroquia María de Nazaret, inició su apostolado como militante de la Acción Católica. Más tarde integró los grupos misioneros de "los 72" y de "los 40". Formaba también parte de los grupos del "Divino Niño" y del de las "Bendiciones", del cual era responsable los días miércoles. Poco hace que no se la ve por el templo con su característica sonrisa y sus vestidos largos. Poco hace que no se la escucha pidiendo oraciones y cuánto se la extraña; y aunque ya no se la escucha y tampoco se la ve, es como si se sintiera que está siempre con nosotros porque es piedra vida del templo y su presencia espiritual nos acompaña. Fue una gran persona, sencilla, colaboradora, luchadora, de las que nunca bajaron los brazos y de un gran corazón. Gracias María Angélica por todo lo vivido y compartido. Gracias por todo lo que fuiste y lo que hiciste por nosotros. Que Dios te bendiga y te premie con su gloria eterna, porque la fe nos dice: "que los que mueren en el Señor pueden descansar de sus fatigas, porque sus obras los acompañan". En su memoria los sacerdotes de la Cruzada del Espíritu Santo, rezaron el rosario ayer en la esquina de San Luis y Juan Manuel de Rozas.
Padre Wilfredo Vides Londoño


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