Año CXXXVI
 Nº 49.760
Rosario,
viernes  21 de
febrero de 2003
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Católicos de Alemania habían advertido del nazismo a Pío XI

"Desde hace semanas somos en Alemania testigos de un desprecio total de la justicia, los derechos humanos y la caridad". Son palabras que la monja alemana Edith Stein, una judía convertida al catolicismo y que murió ejecutada en Auschwitz, escribió a Pío XI en abril de 1933, meses después de la llegada al poder de Adolf Hitler.
Su carta es el primer documento que sale a la luz después de que el Archivo Secreto Vaticano desclasificara el sábado último los documentos referentes a las relaciones de la Santa Sede con la Alemania nazi, considerada una de las etapas más oscuras en la historia de la Iglesia.
Stein (1891-1942) escribe al Pontífice: "No sólo los judíos, sino también miles de católicos en Alemania, y creo que en todo el mundo, esperan desde hace semanas que la Iglesia levante su voz contra un menosprecio tal del nombre de Cristo". Además, la religiosa, canonizada como mártir por Juan Pablo II en 1998, hablaba ya por entonces de "una guerra para aniquilar la sangre judía" y decía temer "lo peor para el prestigio de la Iglesia en el mundo si el silencio continúa". De la existencia de la carta se sabía ya a través de un apunte autobiográfico de la autora, pero hasta el momento el texto se creía desaparecido.
La petición de ayuda de Stein a la Santa Sede ante el avance nazi no es la única que se conoce. También después de la apertura del archivo, el diario romano La Repubblica publicó ayer otra carta de 1934, esta vez del jesuita alemán Freidrich Muckermann, en la que pregunta: "¿Por qué la Iglesia no actúa contra el nacionalsocialismo de la misma manera que lo hace contra el bolcheviquismo o el socialismo?".
Esta última epístola va dirigida al secretario de Estado de la Santa Sede, Eugenio Pacelli, quien en 1939 se convertiría en Papa bajo el nombre de Pío XII y que, 45 años después de su muerte, sigue en el centro de las críticas por su silencio público ante los crímenes nazis.
Pacelli, en su calidad de secretario de Estado vaticano, fue el encargado de elaborar el Concordato de 1933 entre la Iglesia católica y la Alemania nazi. Además, tuvo una estrecha relación con Alemania, al haber sido nuncio apostólico en Munich y Berlín entre 1917 y 1929.
El Vaticano se defiende de las acusaciones afirmando que una actuación pública de la Santa Sede hubiera podido traer la muerte a aún más judíos. Así, historiadores católicos ponen como ejemplo el caso de Holanda, donde los obispos levantaron su voz contra el ocupante nazi.

Denuncias de obispos holandeses
En 1942, los obispos católicos holandeses, acompañados de sus colegas protestantes, emitieron una dura condena a las deportaciones de los judíos. Como represalia, el Reich alemán dio la orden de sacar de los conventos a todos los religiosos y religiosas de origen judío, unos 300, que murieron ejecutados en campos de exterminio, según la Santa Sede. El caso más conocido es la misma Edith Stein, quien vivía en un convento en Holanda y fue llevada a Auschwitz junto con su hermana.
Así, el Vaticano, respondiendo a las críticas, afirma que Pío XII tuvo que afrontar un dilema: el silencio podía ser interpretado como indiferencia ante la muerte de los judíos o cobardía ante los nazis, pero la protesta pública podía acarrear represalias contra los católicos y provocar nuevas atrocidades contra judíos. Así, según la argumentación, el Papa prefirió, no sin dudas y problemas de conciencia, elegir la vía diplomática e intervenir ante autoridades que podían ser receptivas. (DPA)


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