El hombre que anteayer provocó un incendio en el subterráneo de Daegu (200 kilómetros al sureste de Seúl, capital de Corea del Sur) matando a unas 124 personas confesó que prendió fuego al vagón porque quería morir, "pero en compañía de personas". El siniestro dejó, además, unos 144 heridos y 314 desaparecidos. Ayer, en medio de las protestas de los deudos, quienes llegaron a enfrentarse con al policía, fueron rescatados otros 72 cadáveres totalmente calcinados.
En sus primeras declaraciones a la policía, Kim Dae Hwan, de 56 años, quien también tuvo que ser hospitalizado debido a las quemaduras de segundo grado que sufrió, precisó que había comprado el combustible en una estación de servicio antes de subir al metro.
Kim admitió ante los inspectores policiales que prendió fuego a los dos recipientes plásticos con gasolina que llevaba consigo porque quería suicidarse. "Pensé que era mejor morir con otras personas que solo", confesó a la policía el presunto pirómano, que cuenta con un historial médico de desequilibrios mentales desde que sufrió una parálisis cerebral.
Los familiares de las víctimas mostraron su indignación ya que las dudas sobre el funcionamiento de los sistemas de seguridad se multiplican ante la magnitud de la catástrofe.
El alcalde de la ciudad, Cho Hae Nyong, consideró sin embargo que el número de fallecidos no debería alterarse demasiado ya que "parece que todos los muertos han sido contados".
Un responsable municipal, encargado del recuento de desaparecidos, Kang Sung Chol, añadió que la lista de 314 nombres debería "reducirse de manera significativa" porque incluye casos que no tienen relación con el incendio y puede también haber personas que hayan sido contadas dos veces por error.
Cólera de los deudos
El desastre ha provocado la cólera de los parientes de las víctimas y está en curso una investigación que establecerá si existieron errores humanos o si las medidas de seguridad funcionaron correctamente.
Unos 200 familiares con lágrimas en los ojos se enfrentaron ayer a policías y responsables municipales cuando el primer ministro Kim Sok Soo visitó la ciudad, declarada zona catastrófica y donde se dispusieron cinco días de luto.
Hasta ahora, sólo 30 cuerpos pudieron ser identificados, según responsables municipales. Para el resto, completamente calcinados, habrá que recurrir a las pruebas de ADN.
Parientes de las víctimas o desaparecidos en Daegu exigieron explicaciones al alcalde y que pidiera disculpas mientras en la ciudad de 2,6 millones de habitantes las banderas ondeaban a media asta por un duelo de cinco días.
La desesperanza afectó a casi 1.000 parientes de desaparecidos que se reunieron en un auditorio cercad del lugar del incendio, para observar una cinta de video con escenas del siniestro y los vagones de tren quemados.
"No ha quedado nada", gritó una anciana. "¿Dónde podré hallar el cuerpo de mi hijo?".
Algunos parientes se desmayaron y tuvieron que recibir tratamiento cuando leyeron el nombre de su familiar en una lista que confirmaba su muerte.
En el centro de la polémica se halla la pregunta de por qué un conductor mantuvo las puertas del tren cerradas cuando llegó a la estación del metro en Daegu, donde otro tren ardía en llamas.
Pero de acuerdo con la prensa local, el segundo tren permaneció allí por 20 minutos con las puertas cerradas y se cree que la cifra de muertos fue superior en este caso.
El día de furia de Kim
La policía dijo que el principal sospechoso del ataque, Kim Dae Hwan, confesó los hechos. El detenido dijo que puso nafta en una botella de plástico y prendió fuego con un mechero, confirmando lo que ya había sido dicho previamente por testigos.
En pocos minutos, las llamas se propagaron por los seis vagones y alcanzaron a otro metro que llegó poco después a la misma estación.
"El sospechoso salió de su casa por la mañana y se detuvo en una estación de servicio para comprar gasolina por 7.000 wons (seis dólares). Dijo que quería suicidarse pero decidió no morir sólo y buscó un lugar con mucha gente", dijo el jefe de la investigación, Cho Do Won.
Ex conductor de taxi, el incendiario había perdido su trabajo debido a un ataque cerebral el año pasado y desde entonces amenazó en numerosas ocasiones con quitarse la vida, según su hijo de 27 años. "Cuando vio informaciones sobre el caso de un suicida en una estación de subte, dijo que quería hacer lo mismo", dijo el muchacho.
Horas después de la catástrofe, se multiplican las preguntas y las dudas en Daegu. Según expertos e informaciones publicadas en la prensa local, no había extintores automáticos contra incendio en la estación ni en los vagones, ni tampoco se usaron en ella materiales ignífugos o aislantes. Al contrario, según parece para construir este metro se utilizaron materiales plásticos, que expelen gases tóxicos que mataron por asfixia a numerosos pasajeros y entorpecieron las tareas de rescate.
Otro dato que provocó críticas fue que segundos después de que comenzara el incendio, se cortó la electricidad en la estación en forma automática, lo cual dejó a los pasajeros atrapados en una verdadera trampa.
El horror vivido por muchas víctimas en aquellos minutos quedó grabado en las conversaciones con seres queridos gracias a sus teléfonos móviles.
Lee Mi Yung, una joven de 19 años, llamó a su padre. "Papá, ayúdame, la puerta no se abre", dijo.
Ayer, 24 horas después de haber hablado con su hija de 20 años, Le Seon Yung, su madre Jaeng Ge Sun sigue buscándola desesperada: "Me contó: mamá, hay fuego en el metro y no puedo respirar. Antes de que la comunicación se cortara me dijo que me quería". (AFP)