Ya eran las 5.30 del domingo. Natalia llegó a su casa de Saavedra al 3400 junto a su novio a bordo de un taxi. Se despidió del muchacho y entró a la vivienda. Enseguida, alguien golpeó la puerta y la chica salió pensando que era su pareja. Luego de un breve diálogo un disparo le atravesó el abdomen. Poco después, la muchacha falleció en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez mientras los médicos la operaban para extraerle el proyectil. Los investigadores del caso definieron el caso como un crimen pasional pero hasta anoche no tenían pistas claras sobre quien podría ser el autor material del tiro mortal.
Natalia Ajmed tenía 19 años y trabajaba como empleada en una tienda del centro de la ciudad. Vivía con su padre, Rubén Ajmed, de 45 años, y su hermana, Lorena Fernanda, de 24, en una casa situada en Saavedra 3485. Su mamá había fallecido dos años atrás por envejecimiento prematuro.
A las 5.30, Natalia se bajó de un taxi. Junto a ella estaba José, su novio, al quien segundos antes le dio el último beso, el de la despedida. La chica atravesó entonces la puerta de su casa y el padre la recibió.
Un llamado misterioso
Ajmed y su hija apenas intercambiaron algunas palabras cuando enseguida alguien golpeó a la puerta de la vivienda del barrio Carlos Casado. Natalia creyó que era su novio que había regresado porque se había "olvidado algo". Fue hasta el frente de la casa y abrió la puerta. Rubén se quedó en la cocina y desde allí pudo oír un corto diálogo. "Hola, que tal", fue la frase que escuchó el padre de la joven asesinada como si el interlocutor de Natalia fuese alguien conocido.
Unos segundos después un estampido retumbó en la calle. Rubén corrió hacia la vereda y allí vio que su hija estaba tirada en el suelo, malherida. Un escopetazo calibre 16 le había perforado el abdomen. Natalia perdía mucha sangre y entonces el padre la subió a su Ford Orion y en forma desesperada la llevó hasta el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez.
Allí, los médicos la operaron para extraerle el proyectil, pero no pudieron salvarle la vida. Natalia murió unas tres horas después, a las 8 y media de la mañana.
Ayer a la tarde, los vecinos del barrio no sabían como se había desencadenado el episodio. Sólo dijeron que habían escuchado la fuerte detonación que les alteró el sueño y el sonido de un auto que se alejaba con rapidez del lugar. Al respecto, fuentes policiales consignaron que el vehículo podría ser un Renault 18 o 19 de color blanco.
Mientras esperaban que en el Instituto Médico Legal se realice la autopsia de rigor, el abuelo y un tío de Natalia alcanzaron a decir unas pocas palabras a La Capital. Estaban desconcertados por el crimen y les costaba pensar en los motivos del homicidio. "Era una chica buena y no tenia enemigos", dijo Fabián, el tío de la chica.
En tanto, algunos investigadores de la comisaría 18ª hablaban anoche de un testigo clave del suceso: un muchacho que habría visto al agresor mientras viajaba en un colectivo que transitaba por Cafferata y Saavedra, a pocos metros de la casa de la joven. Para los pesquisas su testimonio podría ser fundamental para esclarecer el asesinato, aunque ya habían apuntado sus sospechas como autor del homicidio a un ex novio de Natalia, vecino de la familia, por lo que creen que están frente a un crimen pasional.
Al cierre de esta edición, los agentes de la comisaría 18ª tomaban declaraciones a amigos y vecinos de Natalia para atar los cabos que les permitieran llegar al asesino. "A la hora del hecho el ex novio andaba por el barrio en compañía de otros muchachos y a todos se los llamó para que declaren. Al actual novio lo vieron alejarse del lugar en el taxi. Pueden ser ellos como una tercera persona. Por ahora no está claro quien fue el asesino", confió anoche un vocero.