Un juego de niños que pudo terminar en tragedia interrumpió ayer el apacible domingo de cientos de vecinos en Costa Alta (avenida Estomba al 4000). Allí, apenas pasadas las 15, cuatro chicos que viven en el barrio jugaban a trepar sobre un sector de la barranca de 50 metros de alto. Subieron y resbalaron varias veces por la ladera que se desmoronaba cada vez, hasta que Gastón González, de diez años, quedó atrapado en un descanso y no pudo bajar sin la ayuda de cinco bomberos zapadores que acudieron a su rescate.
Tanto la gente que presenció el salvataje, como los bomberos y los agentes de Prefectura del destacamento ubicado en el lugar, coincidieron en decir que la barranca "no está protegida y es muy peligrosa" y señalaron a la Municipalidad al momento de pedir más protección en el paseo al que acuden muchas personas, sobre todo los fines de semana, para tomar una lancha y cruzar a la isla, tomar mates o tan sólo mirar el puente Rosario-Victoria desde una de las vistas más privilegiadas de la ciudad.
Las quejas comenzaron a escucharse a pocos minutos de finalizado el salvataje. "No sólo hay problemas con esta barranca empinada y peligrosa, sino que aquí más de uno baja a toda velocidad en bicicleta y en auto hacia el espigón donde parten las lanchas. Acá todo el mundo hace lo que quiere. Nadie cuida el lugar, ni la seguridad de la gente", señaló Claudio Ciccone, desde Prefectura.
Un bombero se sumó a los reclamos. "No es el primer rescate que hacemos en esta zona ribereña. Pescadores y chicos que juegan en esta barranca floja y resbaladiza por las lluvias son los que han corrido los mayores riesgos", agregó el bombero Daniel Almada.
Subir muy alto
La historia empezó con un desafío. "¡A ver quien sube más alto!", se escuchó antes de que los chicos comenzaran a trepar a la barranca que bordea el paseo del caminante al que se accede por la bajada de la calle Fontanarrosa.
El sendero de tierra y yuyos es empinado y angosto. Entre la barranca y el espigón -limitado por barandas- hay un espacio de poco más de un metro de distancia y debajo, el río y un basural.
Gastón jugaba con primos y amiguitos justamente en ese lugar cuando al querer bajar como el resto de sus compañeros se asustó y quedó parado en un borde de apenas 50 centímetros de ancho.
Un pescador que estaba sobre el paseo con su familia dio aviso de la situación del niño en el destacamento de Prefectura. "Mientras mi marido fue a avisar, con algunas personas que estábamos acá le decíamos al nene que no se moviera. Es que se quedó en un lugar muy peligroso", comentó Estela Quiroga.
La peligrosidad que apuntó la mujer fue confirmada por una médica del municipio que realiza guardia desde el destacamento Costa Alta que comparte con Prefectura. "Los chicos juegan debajo del espigón y eso es peligrosísimo. No sólo por la basura, los vidrios y hierros oxidados, sino también por la profundidad del río y el veneno que se ha colocado allí debajo cuando se fumigó", señaló la profesional.
Tras media hora del aviso arribaron los bomberos. Ingresaron a la casa de fin de semana de la familia Andalaf ubicada por avenida Estomba. Los fondos de la vivienda dan al puente Rosario-Victoria y a la barranca. Desde allí, los bomberos arrojaron una soga y un arnés hacia el chico que seguía casi inmóvil sólo metros más abajo.
"Estábamos con mi familia y algunos amigos pasando un domingo tranquilo cuando de golpe ingresaron los bomberos a pedirnos permiso para sacar al chiquito que estaba atrapado en la barranca. Es un peligro que los niños jueguen allí porque desde la base hasta acá arriba hay 50 metros de altura, si se caen se pueden matar. Alguien debería cuidar esta zona", dijo Susana, la dueña de casa.
La tarea de rescate se dificultó porque en la ladera, a pocos metros del jardín de la casa de los Andalaf, hay una espesa maleza, pero tras 20 minutos el niño pisó tierra firme.
Gastón subió sano y salvo, aunque con más de un raspón en las piernas. Vestía la camiseta número 7 del español equipo Barça, short, una zapatilla en la mano y una evidente cara de susto.
Se le ofreció algo para beber y que descansara unos minutos. También que contara algo de lo sucedido, pero él, enterado de que por un juego corrió graves riesgos, sólo dijo: "Me quiero ir a mi casa. Si se enteran me matan".
Los bomberos trataron de contenerlo y lo acompañaron unos metros preguntándole los datos. El recitó todo sin pausa: "Me llamo Gastón González, tengo diez años, vivo en Mazza 4277 y me voy, me voy....