Ramala/Jerusalén. - El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, lucha por su supervivencia política, mientras contempla qué va a ser del presidente iraquí Saddam Hussein.
Al contrario de lo ocurrido antes de la Guerra del Golfo en 1991, el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se mantiene moderado con sus mensajes de solidaridad para con Bagdad.
Por presión de los europeos, del gobierno estadounidense y de Israel, Arafat incluso aceptó el viernes nombrar un primer ministro, un tema en el que el líder, de 73 años, se había mostrado terco. Arafat quería primero terminar la "revolución" iniciada en 1965, y después de la independencia, dejar de manejar los hilos del poder.
El juego de seguir dejando pasar tiempo no ha cuajado. Medios israelíes señalan que el gobierno estadounidense y el israelí daban por descontado que tras la caída de Saddam, a Arafat le tocaba el exilio si no nombraba a un primer ministro y delegaba poderes en él.
Antes de la Guerra del Golfo en 1991, el líder palestino se convirtió en un paria político por haber dado su apoyo a Saddam. Doce años más tarde, el "raís" palestino vuelve a estar aislado, en su cuartel general de Ramala, a la espera de tiempos mejores.
Es el dueño y señor de dos edificios en el ampliamente destruido complejo gubernamental. Si mira por la ventana, Arafat ve un paisaje desolador de ruinas, las que las tropas israelíes dejaron en julio pasado.
Por temor a los francotiradores israelíes, se han colocado sacos de arena a la entrada de su oficina y en la ventana. Su principal persona de contacto, -según relatan algunos de sus colaboradores en el cuartel general- es su consejero desde hace años y persona de confianza, Nabil Abu Rudeineh, un cristiano de Belén.
Debido a la crisis, Arafat ha cambiado su estilo de vida. Aunque sigue comenzando a despachar asuntos a partir de las 8 y media de la mañana, ya no hay sesiones hasta bien entrada la madrugada. Según los participantes, cuando se reúnen suelen acabar no más tarde de las 21.
Las discusiones públicas sobre el estado de salud de Arafat, que en algunas imágenes aparece pálido y distraído, son un tema tabú entre los palestinos. Arafat es plenamente consciente de lo que ocurre a su alrededor y toma todas las decisiones solo, señalan sus colaboradores.
Arafat no ha salido de su residencia ni para la tradicional oración del inicio de la fiesta del sacrificio musulmán, el martes pasado.
Desde el arresto domiciliario al que lo sometió Israel en diciembre de 2001, Arafat está prácticamente aislado y desde julio pasado el líder palestino apenas se mueve entre los dos últimos edificios de su residencia y sede de la ANP.
Si anteriormente el premio Nobel de la Paz (1994) daba la mano a importantes políticos, actualmente los emisarios para el conflicto de Cercano Oriente constituyen sus visitas de más alto nivel.
El gobierno palestino está convencido de que el viento volverá a soplar a favor de Arafat una vez concluya el conflicto iraquí. "Ya lo experimentamos antes (de los acuerdos de paz de) Oslo. Arafat era el demonio a los ojos de la opinión pública israelí. Mucho más que hoy en día. En los años 60 y 70, Arafat no tenía futuro como político", explica el ministro de Trabajo palestino, Ghassan Jatib. "En caso de que ahora firmara lo que se le ofreciese, volvería a ganar el premio Nobel de la paz dentro de seis meses".
La cúpula gubernamental de Israel se aferra al boicot completo a Arafat y sólo conversa con sus ministros. Sin embargo, son muchos los analistas políticos que coinciden en apuntar que no se hace nada sin el consentimiento de Arafat.
Aislado pero indiscutido
"Pese a que Arafat está aislado, Estados Unidos ignora su gobierno, los países árabes casi lo han olvidado y a las críticas de su propia gente, Arafat sigue siendo el líder indiscutible de los palestinos", afirma el diario Yediot Ahronot.
Desde la caída política del ministro Nabil Amer y la del ex jefe de seguridad en Cisjordania, Yibril Radshub, los potenciales "criticones" saben que se juegan el futuro. Amer sólo dejó caer el tema de la posibilidad de un "gobierno de emergencia" y al momento fue considerado un traidor. Otros palestinos recuerdan que nadie del entorno de Arafat dispone del suficiente poder para poder imponer los dolorosos acuerdos de paz con Israel. (DPA)