| | Pragmáticos
| Luis Tarullo
La reanudación oficial de las negociaciones salariales entre gremialistas, gobierno y empresarios está prevista para los últimos días de febrero, pero ya comenzaron los contactos reservados. Es que los dirigentes sindicales están sondeando a sus interlocutores para ir ablandando el terreno y que las tratativas tengan un trámite rápido y no traumático. La CGT oficial, específicamente los "gordos" que diseñan la política de la central, tienen subrayados desde hace rato dos puntos: la incorporación a los salarios de la suma fija no remunerativa que cobran los empleados del sector privado y la doble indemnización. Una de esas conversaciones más trascendentes que hubo recientemente tuvo como protagonistas a varios conspicuos miembros de la CGT que lidera Rodolfo Daer y al ministro de Economía, Roberto Lavagna. La idea es que el jefe del Palacio de Hacienda, a quien esos gremialistas hicieron caricias en la espalda cuando en los últimos días lo candidatearon para la presidencia, no ponga objeciones cuando oficialicen su reclamo en el Ministerio de Trabajo. Y voceros del sector dijeron que también hicieron contacto con la titular de Trabajo, Graciela Camaño, la encargada de la convocatoria. Pero la idea no se agota en la incorporación de la suma. "Vamos por un nuevo salario básico conformado", dicen desde el sector gremial. Esto, en buen romance, significa que pretenden que desde el poder se establezca un nuevo salario básico universal, más la cifra fija que a partir de marzo será de 150 pesos. ¿Por qué no se discute en paritarias? "No hay posibilidad, con paritarias individuales hay conflicto", dijo, anticipándose a una de las posibles respuestas que puede recibir de la administración, reflotando así la idea de una "paritaria nacional". Además, desde el sindicalismo se advierte que esa eventual cifra no debe ser el techo del básico, sino, como su nombre lo indica, el piso. "Luego, a partir de allí, cada actividad puede establecer lo que quiera, si su realidad lo permite", dicen las fuentes. Ahí entrarían a tallar las paritarias. Los tiempos serán otro punto de roce. Los gremialistas quieren que la suma fija se incorpore a los sueldos -con lo que recibiría todos los descuentos de rigor- desde marzo o abril. Sin embargo, admiten que podrían flexibilizar su pretensión ya que, según dejaron trascender, habría empresarios que no rechazarían la demanda pero serían proclives a incorporar la suma gradualmente, por ejemplo en tramos de a 50 pesos. Pero por ahora todas son especulaciones, y las cartas comenzarán a verse hacia fines de febrero, cuando las oficinas de Graciela Camaño vuelvan a ser testigos de las tratativas. El otro frente que tienen los gremialistas es el estrictamente político. Con la central rebelde jugando con Adolfo Rodríguez Saá, la CGT de los "gordos" sigue, por el momento, prescindente con respecto a los tres candidatos presidenciales que tiene el PJ. A la antipatía que tienen por Néstor Kirchner, le suman su negativa a jugarse con el puntano, pues por ahora no creen que llegue a la presidencia, y aún no se desprenden de sus reservas para con Carlos Menem, aunque en este caso ya no parecen tan terminantes como antes. Y en ese marco insisten con lanzar figuras alternativas, aunque esa actitud aparenta contener la intención de "meter palos en la rueda". En las últimas jornadas continuaron levantando la figura del ministro Lavagna, pero ahora le agregaron una novedad: dicen que quieren sumarle la del misionero Ramón Puerta, que fue presidente un par de días cuando el 2001 fenecía y el país parecía una sucursal del Averno. "Lavagna-Puerta o Puerta-Lavagna, nos da lo mismo", dijo uno de los "gordos" en privado, lanzando extraoficialmente la nueva fórmula. Pero hay otras cosas en bambalinas que manejan esos gremialistas, mucho más trascendentes que el dueto presidencial. Y es ni más ni menos que formar parte de una posible campaña para que se posterguen las elecciones y el actual presidente siga hasta fin de año. En esas acciones, dicen desde el sector de la CGT oficial, participarían además organizaciones empresariales y sociales de peso. "La cuestión es muy simple: acá habrá un problema de gobernabilidad gane quien gane; todo el mundo ve la imposibilidad de que en abril surja un gobierno fuerte", afirman desde la central obrera. No obstante, al menos en el sindicalismo ortodoxo, acostumbrado a jugar en y por el poder, creen que todavía hay algunas cartas sin mostrarse. Y creen que una de ellas puede estar en la manga de Menem, quien, dicen, podría estar preparando un golpe fuerte: llevar a Carlos Reutemann como su número dos. Los gremialistas evalúan que, si se concretara, esa fórmula tendría grandes posibilidades de poner proa sin obstáculos a la Casa Rosada. Entonces ellos estarán allí, encolumnados con el riojano. Pragmáticos, fieles a su naturaleza.
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