Rodolfo Colángelo
El turismo es la principal fuente de ingresos de Cuba y en el marco de esa nueva industria que fortaleció la economía de la isla tras la caída de la Unión Soviética y la suspensión de sus aportes financieros, están los "íconos" turísticos que se suman a las playas, los románticos paseos por la Habana Vieja y el recuerdo de los años revolucionarios. Para muchos turistas dos de esos "íconos" son los bares Floridita donde Ernest Hemingway apuraba "daikiris" y "La bodeguita del medio", donde tomaba sus "mojitos", como también la casa en la que pasaba temporadas enteras ubicado en la Habana Vieja. Otros van en busca de Ernesto Che Guevara, elevado a la categoría de prócer por los cubanos, pero ya no en el marco del llamado "turismo revolucionario" de los 60 y 70, que servía como fuente de inspiración para quienes planteaban la revolución socialista, sino en el espíritu del mito, de la mirada nostálgica y del rescate de valores considerados puros en una época de debacle moral. En ese sentido, el Che también forma parte del "negocio" turístico oficial y paralelo, generando divisas para Cuba. Su figura está presente en cada rincón de La Habana y el peregrinaje hacia Santa Clara, donde está su tumba, es constante. Su rostro gigantesco recortado en el frente del Ministerio del Interior, frente a la Plaza de la Revolución donde se yergue la estatua de José Martí, determina la permanencia del mito y se presta a las filmaciones y fotografías de los turistas. También, su figura en cera junto a la de Camilo Cienfuegos, es la principal atracción de la ex Casa de Gobierno que habitaba Fulgencio Batista, convertida ahora en el museo de la revolución socialista cubana. En La Fortaleza, cuartel general del Che cuando entró a La Habana, se encuentran sus pertenencias y hasta el parte médico que indica que el revolucionario ingresó a la capital cubana con un principio de enfisema pulmonar. El acceso a los recuerdos sobre el Che cuesta unos pocos dólares en el mercado oficial, y mucho menos en el paralelo, donde infinidad de cubanos que rondan a los turistas buscan vender monedas con el rostro de Guevara, fotos y hasta libros que consideran como "incunables" aunque se consiguen en cualquier librería del mundo. "Tengo el Diario del Che en Bolivia, es inconseguible", dice el improvisado vendedor paralelo al turista, ignorando que millones de ejemplares se encuentran en los anaqueles de todas las librerías de Occidente y Oriente, o "esta moneda con el rostro del Che es única", pero se sabe que hay miles. Fotos, llaveros, remeras, banderines, se suman en las valijas del turista que realiza el "tour" del Che con una carga de nostalgia y otra de ideales.
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