Gustavo Yarroch
De pronto, la tabla de posiciones pareció extraída de un cuento de ciencia ficción. Córdoba, el del andar imparable que quería quedarse con el campeonato de arremetida, exhibía ante propios y extraños las imágenes de su inesperado naufragio futbolístico. Como un país del Tercer Mundo, lo dominaban y se dejaba dominar. Y Flandria, el que se esfuerza incansablemente para dejar de vivir con la soga al cuello, mostraba la autoridad y la ambición ofensiva de un equipo más preparado para pelear arriba que para intentar gambetear el descenso. Los roles, al cabo, se invirtieron y los locales le pusieron fecha de vencimiento al invicto de nueve partidos que ostentaban los charrúas, con ocho triunfos y un empate.
Córdoba tal vez vivió uno de esos días en los que a un equipo no le sale ni una bien. Tal vez a Flandria todo vuelva a costarle el doble de aquí en más. O no. En definitiva, se trata de simples suposiciones. Lo concreto, lo que sí ocurrió, fue que, en un terreno muy barroso por la lluvia, Flandria superó a Córdoba con creces en el juego y con demasiada angustia en el marcador.
El conjunto de Jáuregui tuvo que esperar 87 minutos para trasladar a la red al menos parte de la diferencia que marcó en el desarrollo. Dos minutos después de ingresar, Cazenave la empujó después de un desesperado manotazo de De Lemos, quien, a primera vista, sacó el remate previo de Gabriel Fernández cuando la pelota ya había traspasado la línea de gol.
Córdoba jugó como exigían las circunstancias, es decir con actitud ganadora y buscando hegemonizar la tenencia del balón, solamente en los diez minutos iniciales. Después, el campo, la pelota y las situaciones de gol más claras fueron propiedad casi exclusiva de los canarios. A partir de la habilidad de Fernández, la inteligencia de Menseguez y los movimientos inquietantes de Basso, Flandria se adueñó del mediocampo y del protagonismo en el desarrollo.
Por el contrario, en Córdoba no aparecieron ni Calabrese, ni Petrovelli ni Guffanti. Cero creatividad, prácticamente nada de fútbol. Los charrúas pergeñaron apenas dos jugadas de gol, una en los pies de Santos y otra vía Calabrese. Poco para pretender una victoria. El que mejor interpretó el partido fue Ferri, astuto para correr la cancha en los dos sentidos: interceptó ataques rivales y, cuando el equipo no llegaba ni por asomo, intentó marcarle el camino al resto con dos disparos de media distancia.
La ilusión del primer puesto se esfumó pero en dos semanas comienza la 2ª fase y Córdoba tiene tiempo para recuperar la memoria.
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La Ciudad
