Año CXXXVI
 Nº 49.751
Rosario,
miércoles  12 de
febrero de 2003
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cartas
Estafa en tarifas de casillas de correo

Las casillas de correo no son un privilegio exclusivo de instituciones o personas de vastos recursos. Son también un servicio que se presta a simples entidades sin fines de lucro, a pequeñas y medianas empresas, a iglesias y otras organizaciones religiosas, y a las personas que por circunstancias fortuitas, edad avanzada, enfermedad, domicilios en condominios modestos y baratos, a veces mal administrados, se ven obligadas a alquilar casillas de correo, pese a tener un ingreso reducido. Por ejemplo, un caso patético es el de los ancianos jubilados que necesitan ese servicio postal por estar comprendidos en la descripción que acabo de hacer. Además, la presente ola de inseguridad torna peligrosa la sola actitud de abrir la puerta cuando llama el cartero, sobre todo en edificios de varios pisos que no tienen un permanente personal de recepción o de vigilancia y están en la periferia de la ciudad. Hasta ahora este servicio costaba 40 pesos por año, pero desde el 2003 la tarifa se eleva a 300 pesos anuales, lo que representa un aumento del 750%. No sólo es un abuso sino también un despojo en perjuicio de los que imperiosamente necesitan disponer de una casilla postal. Habría sido razonable un aumento del 100% en vista de la crisis que aflige al país, pero la arbitraria decisión e los artífices del correo hoy privatizado constituye una inadmisible injusticia. Lo peor de todo esto es que el reclamo de los perjudicados tropieza con la absoluta indiferencia de los responsables.
Rosa E. Palacios


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