| | Editorial Vientos de mejoría
| Los diarios se nutren de toda clase de noticias. Un sector de ellas se caracteriza por su elevado nivel de impacto; otro se relaciona con los hechos cotidianos, con el día a día en las vidas de la gente. En un país como la Argentina, que el año pasado se hundió en uno de los abismos más profundos de su historia, ese día a día se convirtió por largo tiempo en una imagen del desaliento, y en muchos casos hasta de la desesperación. Pero las cosas han comenzado a evolucionar de manera positiva y ese cambio se vislumbra en lo que reflejan los medios. Los avances no son espectaculares, si bien tienen ritmo sostenido. Y pese a que la incertidumbre aún se erige como la tónica predominante en relación con el futuro, ciertas enseñanzas parecen haber sido asimiladas por una sociedad que muy pronto afrontará la responsabilidad de renovar a sus conductores en el marco de una crisis inédita. Entre las noticias destacadas que contenía la edición de ayer de La Capital brillaba con luz propia el informe sobre la notoria reactivación que está experimentando la industria textil rosarina. Ajenos a la frialdad de las estadísticas, los datos en ella revelados se relacionan con la mejoría concreta que han experimentado las vidas de no pocos rosarinos. Es que para ellos hay, de nuevo, trabajo. Y en consecuencia, también dignidad; también esperanza. "Se están recuperando los puestos laborales y calculamos que este año ni siquiera nos vamos a tomar vacaciones porque la producción se incrementó un cincuenta por ciento"; "el año pasado el taller estaba semiparado, teníamos una docena de empleados que trabajaban tan sólo dos veces por semana, pero ahora todo cambió, trabajamos todos los días y percibimos una considerable reactivación". Ambas frases fueron pronunciadas por propietarios de empresas rosarinas dedicadas a la confección de ropa, un nicho de actividad que -como el de las bicipartes- supo ser tradicional en Rosario. Hasta que el alud importador, favorecido por el uno a uno, tornó inviable el negocio. Ahora ha renacido el optimismo. Sólo faltaría el restablecimiento del crédito para que el panorama cerrara. Pero se trata de una señal excelente que debe ser valorada en su justa medida. Y que debe impulsar a continuar, con renovada confianza, el auspicioso camino que lleva hacia adelante.
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