Año CXXXVI
 Nº 49.748
Rosario,
domingo  09 de
febrero de 2003
Min 11º
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Panorama
En busca de la inversión
La Argentina se está comiendo un capital y no se sabe cómo lo recompondrá. Urge tener reglas de juego

Miguel Angel Rouco

Mientras desde el gobierno se insiste en las bondades del modelo implantado a partir de 2002, los indicadores económicos revelan que la megadevaluación postergó y sepultó los últimos vestigios de recuperación de gran parte de la sociedad.
Aun cuando se insistía en que la mejora del tipo de cambio traería aparejada una suba de las exportaciones en el país, el comercio exterior argentino muestra una contracción sin precedentes, ya no sólo por la caída en las importaciones sino también por la baja en las ventas externas.
El endeble acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no logró despertar expectativas favorables entre los agentes económicos y para colmo se aguarda un aumento de la presión fiscal que alejará toda posibilidad de volver a contar con importantes flujos de capital y de inversión.
Sin inversiones, las posibilidades de reactivación son nulas. Es más, la fuerte caída de las inversiones está generando un serio deterioro en la estructura de capital de muchas empresas y eso redunda en una marcada caída en la prestación de los bienes y servicios que venden, en especial en las compañías prestadoras de servicios esenciales. Por caso, en el último temporal que afectó el área metropolitana y que dejó sin suministro de energía a miles de clientes, la reposición del servicio demandó entre 15 y 18 horas. La demora se debió a la falta de insumos y a la falta de personal para atender la emergencia.
Durante la década del 90, el importante aumento de los niveles de inversión permitió al país ingresar en un importante ciclo de aumento de la productividad general de la economía. Pero con la recesión desde mediados de 1998, lo que se observa es un elevado aumento de la capacidad ociosa de muchos sectores productivos a la par de un notable deterioro tecnológico en su estructura de capital.
El capital instalado durante los 90, no sólo no sirve para la coyuntura -porque la demanda deprimida no lo requiere-, sino que tampoco servirá para el futuro, puesto que de arrancar la economía, esa tecnología instalada resultará vieja y producirá bienes y servicios a un costo muy superior que los que se producen en otras latitudes. El soporte tecnológico de la actual capacidad instalada puede "aguantar" unos dos años mas para retomar la productividad a estándares internacionales.
Dicho en términos más llanos, la Argentina se esta "comiendo el capital" y no tiene idea cómo lo va a recomponer. De allí, la urgencia para retomar el orden administrativo y financiero del Estado.
Sin embargo, la administración regente no parece caminar en la dirección correcta. El reciente acuerdo con el FMI contiene metas fiscales que son de difícil concreción aun con todas las ventajas otorgadas por Washington. Esto plantea algunos interrogantes: ¿cómo se va a cumplir el superávit primario del trimestre de 1.500 millones de pesos? En el primer mes, con fuerte estacionalidad, y merced a una recaudación tributaria espectacular, apenas se logró alcanzar esa meta.
El gobierno incorporará las utilidades del Banco Central para lograr el objetivo pero dejará a la autoridad monetaria con un importante desbalance cuasifiscal. ¿Cómo se logrará mantener el valor del dólar si el Estado va a emitir deuda por un monto cercano a los 30.000 millones de dólares durante el año? ¿Cómo controlará la mayor demanda de dinero que supone el gasto político frente a los dos procesos electorales y cómo va dominar las tensiones inflacionarias que se derivaran de ello?
Para recuperar la inversión hay que partir de un orden fiscal, administrativo y financiero, con una previsibilidad en el valor de la moneda y en el mantenimiento de las reglas de juego. Nada de eso parece ocurrir hoy en la Argentina posdevaluación.


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