El presidente Eduardo Duhalde está convencido de que ahora se abre un poco más el horizonte, frente al futuro que imaginó para resolver las cuestiones internas del partido Justicialista. Hoy, después del congreso peronista que, dominado por el duhaldismo, liquidó la posibilidad de que se realizaran elecciones internas para elegir al candidato a presidente, el enfrentamiento con el menemismo se da en terreno judicial.
Es en ese campo donde Duhalde tiene esperanza de obtener el contundente respaldo necesario como para marcar un segundo triunfo sobre Carlos Menem, luego del mencionado Congreso.
La tercera y definitiva etapa, para Duhalde, estaría destinada a lograr que el riojano caiga en la primera vuelta electoral del 27 de abril.
Precisamente esa fecha fue ratificada por la jueza electoral María Servini de Cubría, la misma que tiene en sus manos resolver la legitimidad o no del Congreso peronista.
Duhalde se había presentado ante la jueza para pedir una "declaración de certeza" sobre las elecciones presidenciales, obedeciendo a dos frentes. or un lado, tenía las presiones del FMI, el gobierno de los Estados Unidos y las principales nacionales europeas, para garantizar que se cumpla el cronograma electoral, más allá de lo que ocurra con la interna justicialista.
Y, por el otro, tenía un frente interno marcado por dos presentaciones judiciales contra la convocatoria a elecciones y las sospechas, dentro y fuera del PJ, sobre la presunta existencia de un plan del ultraduhaldismo para empujar la votación hacia octubre, con el fin de que su jefe se presentara en los comicios.
Servini tiene que determinar ahora si es válido esa especie de sistema de "neolemas" elegido por el Congreso del PJ para resolver sus candidaturas, luego de que fracasara una formal audiencia de conciliación entre duhaldistas y menemistas.
La jueza quedó atrapada en la pelea de duhaldistas, que no quieren la interna, y los menemistas que luchan, ya con muy pocas fuerzas, por lograr que se vote el 23 de febrero en el justicialismo.
La jueza electoral debe decidir si cada uno de los tres candidatos (Néstor Kirchner, Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá) pueden utilizar en las elecciones los sellos partidarios o si esa alternativa queda prohibida para todos ellos.
Todos están convencidos de que los símbolos del PJ atraerán miles de votos, sobre todo de los sectores más humildes, fundamentales para tomar la delantera, en cualquier elección.
Frente a este panorama, existe todavía un camino aún más traumático y es el que proponen los duhaldistas para el caso de que la jueza trabe lo resuelto por el Congreso del PJ.
Se trata de que Kirchner sea designado como el candidato oficial del peronismo, ya que Rodríguez Saá tiene resuelto ir, pase lo que pase, por afuera del justicialismo. Esta alternativa también obligaría a Menem a seguir el mismo camino que el puntano.
Lo concreto es que, más allá de la resolución de la jueza, prevista para esta semana, el peronismo tiene el camino sellado: ir fracturado a las elecciones presidenciales.
La primera dama
Lo que ocurre a nivel nacional no es la única crisis del PJ ni el único dolor de cabeza del duhaldismo. La decisión de Hilda González de Duhalde, de no acompañar a Felipe Solá como candidata a vicegobernadora bonaerense, abrió un nuevo interrogante sobre lo que ocurrirá este año en la provincia de Buenos Aires y salpicó también a Kirchner, justo en el momento en que comenzaba a caminar el principal distrito del país para cosechar apoyos.
Por eso le pidieron a Solá que, por ahora, no aparezca junto al candidato del duhaldismo. Chiche Duhalde, al mejor estilo Reutemann, siguió con sus "no". Primero fue la negativa a acompañar en la interna al cordobés José Manuel de la Sota, hoy una sombra en el PJ; luego el "no" fue para Kirchner y finalmente para Solá, cuando el actual gobernador había pactado con el presidente la compañía de su esposa en la fórmula.
Esta decisión de Chiche despertó a los "ultra" del duhaldismo que siempre se opusieron a la presentación de Solá para un nuevo período de gobierno. Sin embargo, Duhalde bajó rápidamente una orden desde la Rosada y sus más fieles seguidores se reunieron con Solá para ratificar su candidatura y el apoyo del presidente.
Si bien el "no" golpeó duro a Solá, tanto el gobernador como Duhalde sabían que esa era una alternativa concreta, más allá de las presiones ejercidas sobre la primera dama.
Chiche Duhalde había dicho en más de una oportunidad que ella no se sentía segunda de nadie, al margen de que no le haya gustado la frase de Solá sobre que ninguna mujer le había dicho que "no".
Sabía que iba a tener problemas porque aspiraba a controlar las áreas de acción social, educación y salud y que tendría que luchar con referentes duhaldistas de peso a los que nunca terminó de digerir.
Quizás la Señora piense que puede ser una alternativa de gobierno para la provincia en otro período, sin ser segunda de nadie. La tranquilidad de Chapadmalal le permitió al matrimonio analizar en profundidad su futuro político y el de la provincia, donde Solá deberá ceder más de lo previsto al duhaldismo.
En una carrera contra el reloj, tratará de anunciar lo antes posible a su compañero de fórmula (un duhaldista) para encerrar definitivamente al fantasma de la primera dama.