Fernando Gabrich / Ovación
España (Corresponsal).- Y hubo tanto ruido que al final llegó el final. El hombre se sentó lentamente, se acomodó los lentes, miró los innumerables micrófonos y con una cara serena, pocas veces vista en los último tiempos, anunció su rendición. Y la alegría se trasladó a toda Catalunya. Con la intención de enfriar un clima demasiado caliente, Joan Gaspart, el presidente número 39 de la historia del Fútbol Club Barcelona, anunció que se despedirá del cargo el próximo 1 de marzo donde en asamblea extraordinaria se lo comunicará a los socios compromisarios. Una vez ratificado esta decisión por la asamblea, será el ahora vicepresidente primero Enric Reyna quien asuma la presidencia interina hasta que se celebren las elecciones, seguramente en junio. Era lo que todos esperaban aquí. Y la noticia despertó muchas, pero muchas más alegrías que tristezas. ¿Por qué se va? Simple: desde que es presidente, todo le salió mal. En dos años y medio, Gaspart puso a Barcelona contra las cuerdas. El club está endeudado como nunca, el equipo esta entre los últimos puestos de la clasificación y los hinchas sufren las cargadas de toda España cuando visitan cualquier estadio y reciben los cánticos de "a segunda, a segunda". "Con nosotros el Barça lo ganará todo", anunció en julio de 2000 cuando asumió como presidente. Ese todo significó un par de ligas, alguna copa del Rey y este presente que muchos tildan de calamitoso. Van Gaal primero, Serra Ferrer segundo, Rexach tercero y otra vez Van Gaal, fueron los entrenadores que sucumbieron bajo su mandato. Ahora le toca el turno a Radomir Antic, pero el serbio lo tendrá tan sólo un mes como presidente. Y eso le trae tranquilidad. Si hasta se animó a decir que la renuncia de Gaspart "devolverá la tranquilidad necesaria para el partido de mañana (por hoy)" ante el Athletic de Bilbao. Claro que esta crisis no sólo es futbolística sino que se fue forjando también en lo institucional. Muchas renuncias (se fueron seis vicepresidentes por no coincidir con su forma personalista para llevar adelante al club) y pocas soluciones son las síntesis de su mandato. "Soy muy consciente de todos mis fallos y si bien puede decirse que fui un buen vicepresidente, no puedo considerarme un buen presidente", dijo a todos los medios de comunicación. Fue el anuncio de algo que todos sabían hacía ya un tiempo pero que él tardó en darse cuenta. Gaspart dio el gran paso. Lo hizo con elegancia y estilo. Se mostró fuerte, sin traumas y sacando a relucir su amor por la bandera barcelonista. Gaspart dijo adiós. Hoy, por estas tierras, todos se lo agradecen.
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