"Minicampeones" es un verdadero festival de convencionalismos y propaganda. Igual los chicos que con sus padres invaden el cine (al confortable amparo del aire acondicionado) se divierten y hasta aplauden. Entonces: o se trata de una vieja fórmula que vuelve a funcionar o los niños y adolescentes están tan bombardeados de propaganda consumista que no conocen otro mundo posible. Acá hay un planteo al mejor estilo "Annie": chico huérfano y orfanato regenteado por un villano. Pero después aparecen unas zapatillas con poderes mágicos que convierten al chico en una estrella de la NBA, a lo que sigue un jugador recio que se vuelve un tierno, un entrenador escéptico que se vuelve optimista, un niño malo que se vuelve apenas un travieso y la lista continúa. La acción se mantiene como en un partido de básquet. Del contenido mejor olvidarse.
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