Después de muchos años de letargo y persianas bajas, la industria textil rosarina empezó a resurgir de sus cenizas. Y de la mano de la devaluación, los castigados talleres de costuras y tejidos que se multiplicaban en los barrios, han comenzado a reabrir sus puertas. Lentamente, Rosario busca posicionarse otra vez como un polo de gran producción textil, tal cual lo fue en la década del 80 y principios del 90. Por ahora, los empresarios aseguran que el trabajo se incrementó en "algo más del 50por ciento" con respecto al año pasado y se animan a ver el futuro con optimismo.
Es que la industria textil rosarina supo ser uno de los orgullos más grandes de la ciudad y junto a la fabricación de bicipartes se posicionó como una especie de marca registrada de estas latitudes. "Hablar de Rosario era hablar de ropa o partes de bicicletas", aseguran con nostalgia desde la Secretaría de Producción municipal.
Todo cambió en la década del 90, cuando el ingreso masivo de productos importados a muy bajo precio les asestó un golpe muy duro a ambas industrias.
Según el último relevamiento de la industria manufacturera de la ciudad que realizaron en conjunto la Secretaría de Producción y la Facultad de Ciencias Económicas, en noviembre del 2001 se asentaban en Rosario 2.456 empresas industriales. De ellas, 193 estaban dedicadas a la producción de prendas de vestir y productos textiles, y le daban trabajo a más de 1.800 empleados.
Si bien hoy no hay datos certeros de la cantidad de personal ocupado, desde Producción estimaron que "sin dudas se está incrementando". Pero el problema al que se enfrentan los encuestadores radica en que muchas firmas tercerizan sus trabajos, es decir, le dan sus prendas para coser a un taller y a la hora de remallarlas las llevan a otro, con lo que se hace difícil cuantificar la cantidad total de gente que trabaja en relación a la industria textil.
Algo es seguro, sepultado por el momento el fantasma de la competencia externa, los talleres rosarinos volvieron a ser competitivos. Y junto con esa competencia los puestos laborales han vuelto a reactivarse.
Volver a empezar
Un caso emblemático es el de la firma Barce, una empresa local dedicada a la confección de trajes de primera calidad para las marcas Christian Dior y New Man, que luego se venden en todo el país y hasta se exhiben en coquetos locales porteños instalados en el shopping Alto Palermo, el Patio Bullrich y las Galerías Pacífico.
"La verdad es que lo que estamos viviendo es el día y la noche con respecto al año pasado", admitió Rubén Mónaco, uno de los titulares de la empresa que ya empezó a ver signos de reactivación.
Es que la firma supo tener unos 250 empleados en los comienzos de la década del 90 y hasta les dio trabajo a unas 50 personas más en una sucursal que abrió en San Luis. Después, la historia fue casi calcada a la de tantas otras firmas. "Se hizo muy difícil competir con el ingreso de productos internacionales, a tal punto, que en enero del año pasado no sabíamos si podríamos volver a producir", reveló Mónaco.
Tan crítica fue la situación, que en los comienzos de 2002 la firma tuvo que suspender a todo el personal. "La empresa estuvo cerrada dos meses y medio", indicó el empresario.
En marzo de ese año, el taller reabrió sus puertas con 70 empleados y hoy ya le da trabajo a 100. "Lentamente se están recuperando los puestos de trabajo y calculamos que este año ni siquiera nos vamos a tomar vacaciones, porque la producción se incrementó en un 50por ciento", aseguró.
La misma realidad plasmó Samuel Wolkowicz, un empresario local dedicado a la confección de camisas. "La reactivación de la industria textil se viene evidenciando desde hace al menos cuatro meses y creo que es en relación directa con la salida de la convertibilidad", aseguró.
Y su experiencia es muy similar a la de Mónaco. "El año pasado el taller estaba semiparado, teníamos una docena de empleados que trabajaban tan sólo dos veces por semana, pero ahora todo cambió, trabajamos todos los días y percibimos una considerable reactivación", indicó.
Alicia Vanadia, otra empresaria que se dedica a la confección de ropa deportiva y remeras, también percibió con claridad algunos signos de reactivación. "Todos los años, enero es un mes muy duro; sin embargo, este fue distinto y hubo mucho movimiento", señaló.
Y producto de ese despegue ya son cuatro los talleres de costura que trabajan para su firma, con lo que al menos 10 familias se reinsertaron en el mercado laboral.
Si bien no son muchas las empresas textiles locales que exportan sus productos, varias de ellas sí se afianzan en el mercado interno y mantienen un buen ritmo de producción.
De a poco, las persianas comenzaron a levantarse y la gente del rubro está recuperando sus empleos. Por ahora hay optimismo pero cierto recelo y cautela ante la ausencia de créditos que permitan comprar matera prima. Así y todo, la industria textil resurge de sus cenizas. Una excelente noticia en tiempos de crisis.