Guillermo Villarreal
Los obispos pretenden revertir la marcada tendencia al voto duda o voto bronca que subrayan las encuestas preelectorales, para trasformar los próximos comicios en un espacio "responsable" de decisión ciudadana capaz de producir la reforma moral que demanda la crisis política imperante en el país. Sin estridencias ni documentos de peso, cada representante eclesiástico intenta gestar alternativas para un cambio de hábito en la actitud cívica, frente a la tendencia a castigar a la clase dirigente por sus errores y omisiones en pro del bien común. También desean concientizar a quienes tienen previsto anular, impugnar, votar en blanco o ni siquiera presentarse al acto comicial, porque -según dicen- "las urnas son el mejor mecanismo para torcer la inclinación a convertir la democracia (el gobierno del pueblo para todo el pueblo) en oligocracia (gobierno de pocos para pocos)". No se trata, sin embargo, de esfuerzos aislados o personales sino de una estrategia institucional que el Episcopado, presidido por monseñor Eduardo Mirás, puso en manos de la llamada Mesa Ampliada del Diálogo Argentino, una alternativa plural e interreligiosa que en esta segunda etapa (la primera fue la de encontrar algunos consensos básicos) busca transparentar las elecciones del 27 de abril. Enseñanza cívica que, más allá de los matices de los distintos cultos que adhieren a la propuesta, recae esencialmente en organizaciones no gubernamentales tales como Cáritas Argentina, Cabildo Abierto Ciudadano, el Foro Social para la Transparencia, el Foro del Sector Social, la Central de Trabajadores Argentinos, Poder Ciudadano, Conciencia y las Abuelas de Plaza de Mayo. Este amplio espectro ideológico-social tendrá la responsabilidad, entre otros objetivos, de capacitar a los fiscales que colaborarán en los comicios y orientar en todo lo concerniente a qué cargos se eligen, cómo es el mecanismo previsto para la segunda vuelta o ballottage y cuál es la duración de los mandatos. "La idea motriz de la propuesta es persuadir sobre el valor del voto positivo y encontrar relaciones justas, pacíficas y laboriosas entre todos los sectores para reescribir el contrato social y establecer una suerte de agenda de gobernabilidad, con cuatro o cinco políticas de Estado de largo alcance a las que se comprometan de ante mano los presidenciables", explican desde la mesa dialoguista. El mayor temor de los hombres de Iglesia -según reconocen a diario- es que la falta de renovación política produzca una nueva frustración en el pueblo, con la consiguiente profundización de la crisis, sobre todo al estar obligado a votar (incluso con listas sábana) por personas en las cuales no confía. Pero no todo se circunscribe al proceso electoral, sino que los obispos pretenden un mayor compromiso político de parte de los cristianos, por eso -documento vaticano en mano- alientan hoy más que nunca su inserción en el quehacer de la cosa pública. En este sentido, auspician la educación en el compromiso político, para lograr que las nuevas generaciones capten y se sensibilicen ante las situaciones de injusticia y marginación, pero también se formen en conceptos básicos como paz, derechos humanos y democracia. Sin dejar de acompañar tampoco la participación de los laicos en el monitoreo de los programas sociales, en especial del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados, a pesar de los contratiempos que padecen quienes están insertos en los organismos de contralor en las distintas diócesis, en particular por la persistencia del clientelismo político y los intereses sectoriales para su otorgamiento. Tal como ocurrió en la provincia de Santiago del Estero, donde monseñor Juan Carlos Maccarone debió respaldar a sus agentes pastorales frente a las presiones de aquellos presuntamente denunciados por formas indebidas en la adjudicación de los planes. "Sigo con preocupación estos hechos. No tengan miedo a veladas amenazas y habladurías, sepan que la mentira no tiene futuro", sentenció. (DyN)
| Eduardo Mirás es el titular del Episcopado nacional. | | Ampliar Foto | | |
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