En Lomas de Chapultepec, uno de los barrios más exclusivos de la ciudad México, en medio de tiendas y edificios corporativos, funciona desde mediados de noviembre el primer "bar de oxígeno", O2. El local parece más un laboratorio que un bar y detrás de un mostrador se pueden ver, ordenados en una estantería, pequeños frasquitos de elixires afrodisíacos, que prometen eliminar toxinas y la fatiga, restaurar el hígado, proteger al organismo de la contaminación y hasta incrementar el deseo sexual.
Entre respiro y respiro con los inhaladores desechables de oxígeno, también se puede echar una siestita en los cubículos donde están las Brain Machines, unos lentes y audífonos que lanzan una catarata de luces intermitentes y sonidos con el fin de relajar a los usuarios.
"Son 15 minutos de oxígeno puro", dice Vanessa de la Rue, propietaria del bar junto a su hermana. "Estás respirando entre 96 y 97 por ciento de oxígeno puro, entonces a partir de ahí todo funciona mejor, todos los órganos del cuerpo, la piel y el pelo se te mejora muchísimo, desaparecen los dolores de cabeza y el estrés", agrega.
Pero eso sí, hay que dejar los cigarrillos fuera del blanco e inmaculado bar y no se vende nada que tenga cafeína o alcohol, sólo jugos, infusiones y batidos.
Lo que no debe olvidarse es la billetera, porque respirar aire puro cuesta. O2 cobra 115 pesos mexicanos (alrededor de 10.5 dólares) por 15 minutos de inhalar esos aromas. Y si se le antoja un elixir, el frasquito cuesta 250 pesos (casi 23 dólares).
De acuerdo con expertos, en la atmósfera solamente hay un 21 por ciento de oxígeno, porcentaje que se desploma aún más en la capital mexicana, donde es cosa cotidiana ver personas caminando por las calles con mascarillas.
De Japón a México
La moda de los bares de oxígeno nació hace más de una década en Japón, pero pronto se extendió por el Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá. Las propietarias del bar vieron el éxito de esos oasis de aire puro y decidieron importarlos a tierras aztecas.\"Creo que México ya está preparado para recibir algo de este tipo", dice De la Rue.\Al menos, una parte de México. Quienes frecuentan el bar son empresarios, amas de casa, profesionales e incluso estudiantes para relajarse antes de exámenes, pero todos ellos de alto nivel económico en un país donde la mitad de la población es pobre.\"Vienen como a darse su break en el día, están agotados", agrega De la Rue.\Como Marité Rosado, una ama de casa de 42 años, que poco después de sacarse su inhalador desechable con el que aspiró una mezcla de los aromas desintoxicante, energizante y serenidad, se muestra maravillada.\"Cuando lo respiras como que sientes mucha energía y relajación, esta combinación me gustó mucho", dice sonriendo. "Ahorita les voy a platicar a mis dos hermanas para que también vengan".\El bar parece ser un buen negocio y a menos de tres meses de haber abierto, De la Rue ya piensa en expandirse. "Ya tengo lista de gente que quiere franquicias", afirmó. (Reuters)