Santa Fe.- Antes de actuar, el hombre redactó dos notas dirigidas a sus hijos: en una explicó que su esposa y su cuñada le "habían arruinado la vida" y en la otra describió las deudas contraídas por la familia. Luego, Oscar Pablo Aguirre, un ordenanza de 58 años que trabajaba en la Universidad Nacional del Litoral, tomó una filosa cuchilla y asesinó de varias puñaladas a su mujer y a su cuñada, para finalmente quitarse la vida arrojándose al vacío desde el departamento del décimo piso en el que vivía, en el complejo del barrio Las Flores.
La tragedia sacudió a los vecinos del populoso barrio de la zona norte de la capital santafesina en el tórrido anochecer del jueves, quienes ayer no lograban salir de su asombro por el sangriento episodio acaecido en el departamento número 1002 B del décimo piso de la torre 6. Sucede que la gente de la zona asegura no haber advertido jamás ningún signo de violencia en el seno del hogar conformado por Oscar Aguirre, su esposa Estela Maris Etcheverría, de 55 años y la hermana de ésta, Graciela Ester Etcheverría, de 63.
"Al contrario, yo diría que era una familia muy pacífica, nunca se escuchaban gritos en el departamento ni cosas por el estilo. Ellos tienen dos hijos y aparentemente vivían en perfecta armonía", declaró una mujer que dijo haber visto cómo Oscar cayó sobre la vereda de un comercio ubicado debajo del edificio donde vivía, provocando un estrépito similar a un disparo de arma de fuego. Lo cierto es que Aguirre -según manifestó en sus notas póstumas- consideraba que las mujeres con las que convivía le habían arruinado la vida.
Familia en problemas
Al parecer, el ordenanza se irritaba porque gran parte de sus ingresos y los de su mujer, que se desempeñaba como enfermera en el hospital José María Cullen, se destinaran a pagar los gastos de su cuñada e incluso afrontar un préstamo contraído por ésta, deuda que le generó un embargo sobre los haberes que percibía en la UNL. Con ese conflicto irresuelto, ya que el hombre consideraba que los ingresos familiares no alcanzaban para la subsistencia del matrimonio y sus dos hijos (un varón de 25 años y una mujer de 21), Aguirre aprovechó la ausencia de sus hijos, que habían salido, y en las primeras horas de la noche del jueves se decidió a concretar la sangrienta decisión que tenía planeada.
Eran cerca de las 20 del jueves cuando tomó una filosa cuchilla y, aparentemente sin mediar palabra, atacó a las dos mujeres. Estela Maris Etcheverría recibió siete puñaladas, en tanto que su hermana Graciela fue mortalmente herida de doce puntazos en distintas partes del cuerpo, según dictaminaron los médicos forenses.
Consumado el doble crimen, Aguirre se arrojó al vacío desde aproximadamente 25 metros de altura perdiendo la vida en forma instantánea. A poco de acaecida la tragedia llegó a la vivienda el hijo del matrimonio, quien al encontrarse con la puerta de acceso trabada desde su interior, tuvo que ingresar al departamento saltando un techo desde el cual accedió a una ventana lindera al lavadero.
La escena con la que se topó el joven al ingresar a la vivienda era desoladora: el departamento estaba bañado en sangre, en el piso del lavadero yacía el cuerpo exánime de su madre, en tanto que el cadáver de su tía se encontraba prácticamente desangrado junto a la puerta de ingreso. Según pudo constatar la policía al arribar al lugar del crimen, una de las víctimas habría intentado escapar ya que alcanzó a colocar una llave en la cerradura.
Además los investigadores presumen que al menos una de las mujeres atinó a ejercer algún tipo de defensa ante el ensañado ataque, ya que el cuerpo de Aguirre presentaba, además de las graves lesiones que le produjo la caída, dos heridas cortantes en el cuello y el tórax.