Perros, gatos, pinturas, alfombras, calefactores, aires acondicionados, productos de limpieza y una larga lista de otros objetos que conviven diariamente con nosotros, que comparten nuestros hogares como símbolos de progreso, bienestar o compañía, se convierten en nuestros enemigos íntimos, en introductores de pequeñas dosis de contaminación que puede tener un final poco feliz. Todas las mañanas, mientras una persona se aplica fragancias o fijadores de pelo, pisa sobre la alfombra y luego parte hacia la oficina donde tomará contacto con fotocopiadoras e impresoras, líquidos correctores o papel copia sin carbón, incorpora a su organismo pequeñas partículas conocidas como componentes orgánicos volátiles, más populares como COV. Estos silenciosos "enemigos íntimos" -tales como como los formaldehídos, bencenos y percloroetileno-, están escondidos en lugares tan usuales para el común de la gente que hasta parece increíble; pinturas, limpiadores de hornos, alfombras, materiales de construcción y muebles del hogar. En temperatura ambiental, los COV se emiten en algunos sólidos y líquidos en forma de gases y las concentraciones son mucho mayores en interiores que al aire libre. De acuerdo a la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) estas son unas 10 veces superiores a las que se encuentran en espacios abiertos.
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