Un empresario de la provincia de Salta fue estafado en casi once mil dólares al ser engañado en una supuesta venta de herbicidas que iba a concretarse en la sede local de la Administración Nacional de Aduanas. Los delincuentes demostraron una audacia notable, ya que el hecho se perpetró en una de las oficinas de atención al público, aunque en momentos en que no se habían iniciado las actividades del día. Según informaron fuentes de la Aduana, el damnificado resultó ser Bernardo García, de 54 años, un empresario de la ciudad salteña de Metán que ayer por la mañana llegó a Rosario con el propósito de comprar cinco mil litros de herbicidas de la marca Monsanto. El arribo de García parece haber sido el resultado de un plan cuidadosamente preparado con el fin de estafarlo. El empresario se había conectado, aparentemente por correo electrónico, con la empresa Discor, de la ciudad de Córdoba, para tramitar la compra de los herbicidas. Fuentes de la Aduana señalaron que la empresa mencionada es desconocida en el medio, por lo que se supone que pudo haber sido inventada ex profeso por los estafadores. La negociación se desarrolló por correo electrónico y concluyó cuando la pretendida empresa Discor comunicó a García que los herbicidas habían sido comprados en una subasta de la Aduana de Rosario, donde debían ser retirados con una boleta de remito que le consignaron. De acuerdo a las instrucciones de los estafadores, García debía presentarse a las 7 de ayer, en el segundo piso del edificio de la Aduana, para cerrar el trato con un tal Juan Carlos Peralta, supuesto auditor general de aduanas. Según se presume, la hora de la cita fue elegida deliberadamente, ya que la Aduana inicia sus actividades a las 8.30. Por otra parte, el cargo de auditor general de aduanas no existe. Peralta resultó ser un hombre canoso, de tez blanca y 1,70 metro de estatura. El auditor estaba acompañado por una joven a la que presentó como su secretaria. Tras recibir a García, lo hizo pasar a una oficina que presentó como su despacho pero que en realidad es el mostrador de un empleado de la Aduana, vecino a un ascensor. García entregó 10.600 dólares. Peralta y su secretaria dijeron que iban a extenderle un comprobante por el pago y que para eso debían pasar por otra oficina. El empresario salteño los observó salir por una puerta lateral. Según se supone, el estafador y su acompañante se dirigieron hacia el ascensor, bajaron hasta el primer piso y desde allí descendieron por la escalera, con el fin de esquivar una eventual persecución. Cuando la espera comenzó a hacerse larga, el empresario descubrió que había sido estafado. Al entrevistarse con directivos de la Aduana, invocó un número de expediente, al que correspondía supuestamente la subasta de herbicidas, pero se trataba de otro dato falso proporcionado por los delincuentes. Fuentes de la Aduana consignaron al respecto que "no se han subastado agroquímicos en la Aduana y el número de expediente no guarda relación con los expedientes nuestros". García radicó la denuncia ante la Justicia Federal. En tanto la Dirección de Aduanas inició una investigación interna para deslindar responsabilidades en la estafa. "Por la forma en que se manejaron los delincuentes son gente que conoce el movimiento de la Aduana. Es cierto que estar al tanto del funcionamiento del edificio no es muy complicado. Y el manejo de la Aduana es desconocido para el común de la gente, por lo que puede ser relativamente fácil engañar a una persona", indicó el vocero consultado.
| El edificio donde funciona la Aduana fue escenario del delito. (Foto: José Granata) | | Ampliar Foto | | |
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