Año CXXXVI
 Nº 49.743
Rosario,
martes  04 de
febrero de 2003
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Con la torre de la capilla se cayó una postal de la Villa de Merlo
El edificio era un monumento histórico nacional y especialistas habían recomendado apuntalarlo

Grciela Hinny / La Capital

"Cuando me fui de vacaciones, en enero, los testigos que se habían colocado para medir los desplazamientos no mostraban nada anormal, pero cuando volví ya lo advertían. La gente de Monumentos Nacionales que había estado tiempo atrás había aconsejado un apuntalamiento, pero como no había en la zona puntales de la medida adecuada los pedimos a Misiones, y aún los estamos esperando".
Resignado ante lo irreparable, el padre Daniel, párroco de Merlo, pasó revista a los últimos días del campanario de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, monumento histórico nacional de la afamada villa veraniega de San Luis, que se derrumbó ayer víctima de la intensa lluvia y los fuertes vientos de la tormenta que sucedieron a una semana de temperaturas inusualmente altas para esta región, en la falda oeste de las Sierras Grandes.

Derrumbe estrepitoso
"Se vio cómo empezaba a chorrear barro de las grietas del frente de la iglesia y de pronto, la torre comenzó a inclinarse y se derrumbó estrepitosamente", comentó desconsolado uno de los testigos del colapso de una de las postales de Merlo, una localidad que, como Rosario, nació alrededor de su templo, casualmente dedicado a la misma advocación. Fundada el 31 de diciembre de 1797 por Juan de Videla y por orden del marqués de Sobremonte, la Villa de Merlo reemplazó medio siglo después la capilla primitiva por el templo que muestra ahora su costado herido de adobe, barro y escombros.
"Fue algo muy doloroso, incluso para quienes no somos nativos de acá. Mientras la torre caía las campanas tocaban enloquecidas", relató otro de los testigos.
Declarado monumento histórico nacional, el templo había sido objeto décadas atrás de importantes trabajos de restauración. Paradójicamente habría sido una de estas intervenciones, la reconstrucción en ladrillos y cemento de parte del campanario, lo que provocó su destrucción: el peso excesivo para las paredes de adobe y las vibraciones que provoca un tránsito cada vez más denso en el centro de la localidad, todo esto unido a la filtración de la lluvia por las grietas del frente de la capilla, acabaron por echar por tierra un símbolo de la Villa de Merlo.
En rigor, éste era un templo que ya resultaba insuficiente para la demanda de una población que se triplicó en los últimos quince años. Por tal motivo se estaban celebrando los cultos en un salón lindero, mientras se concluye la nueva, monumental, iglesia que se yergue en la misma manzana. Así, la antigua capilla quedaría reservada a su papel de monumento histórico.
En un supermercado céntrico un muchacho indagó sobre los acontecimientos del día a un vecino, tan joven como él, con quien acababa de encontrarse: "Hola, Negro, ¿alguna novedad?". "Ninguna, salvo que se cayó la torre de la capilla", fue la respuesta, y la conversación giró hacia otros temas. Signo de estos tiempos, las cosas pasan raudas para el común de la gente. Sólo los émulos de Antonio Esteban Agüero, poeta merlino por antonomasia, que aquí no faltan, podrán dar testimonio trascendente de esta pérdida irreparable para la historia de la villa.



Los puntales no llegaron a tiempo para evitar la caída.
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