Año CXXXVI
 Nº 49.741
Rosario,
domingo  02 de
febrero de 2003
Min 23º
Máx 32º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Dos coleccionistas presentan una singular investigación sobre figuritas de fútbol
El rescate de una pasión con el sabor de los juegos de la infancia
Rafael Bitrán y Francisco Chiappini recopilaron en un libro documentación de un fenómeno inexplorado

Osvaldo Aguirre / La Capital

Coleccionar figuritas es una etapa casi insalvable de la infancia. Llenar el álbum, conseguir las difíciles, son metas de un juego que se sigue con tanta intensidad que termina por fijarse en la memoria. Para demostrar que, más que un simple hobby, las figuritas evocan momentos y experiencias de vida, Rafael Bitrán y Francisco Chiappini, dos coleccionistas de la ciudad de Buenos Aires, acaban de publicar "Malditas difíciles, una historia de las figuritas de fútbol en la Argentina".
Según los autores, las figuritas de fútbol se definen por tres condiciones: integran una colección donde prevalecen sobre otros temas posibles; tienen fotos y/o caricaturas cuyas imágenes corresponden a jugadores identificados y representan un muestreo importante de los jugadores de la época en que se publicó la colección.
"Malditas difíciles" traza un recorrido que se extiende entre los años 20 y el umbral del siglo XXI. El libro ofrece textos explicativos del desarrollo del fenómeno, proporciona los datos técnicos de las colecciones y de las casas editoras y reproduce álbumes, sobres y figuritas.
Rafael Bitrán, que es profesor de historia y tiene un negocio de antigüedades en Buenos Aires, sostiene que el libro es "un trabajo de arqueología urbana, porque hubo que buscar y rebuscar sin contar con ningún tipo de catálogo" y destaca que se trata del "primer estudio sistemático sobre figuritas en la Argentina". Además, "quisimos plasmar el recuerdo de muchas personas, dar un lugar concreto a algo que se había vuelto difuso".
Bitrán y Chiappini ofrecen una historia que está abierta y en la que subsisten numerosos interrogantes. Por eso aspiran a que el libro funcione como un punto de comunicación con otros coleccionistas para intercambiar información, material "y, por qué no, desafiarnos, al punto/espejito y/o tapadita".
Las figuritas de fútbol más antiguas aparecieron en las marquillas de los cigarrillos Dólar, a mediados de los años 20. En la década siguiente las figuritas circularon en el envoltorio de productos como chocolatines y golosinas, y surgió la costumbre de pegar los cromos en una hoja, lo que constituyó el precedente del álbum.
En 1932 Chocolatines Aguila presentó su Album Deportivo. Había que reunir 300 figuritas para obtener un estuche de útiles escolares. La oferta de premios impulsó el hábito de coleccionar figuritas y modificó la composición de los consumidores, ya que en su origen se trató de un hobby femenino que, dicen Bitrán y Chiappini, "empieza a ser mixto con la búsqueda de los premios por canjear (una muñeca o una pelota de fútbol) y decididamente más masculino con las colecciones de fútbol". En 1934 aparecen las primeras chapitas (figuritas metálicas).
"El corte que uno puede hacer -dice Bitrán- es que hasta los 40 la figurita era un objeto que acompañaba a otro producto y a partir de entonces comienza a cobrar autonomía". Los sobres comenzaron a venderse en forma autónoma en kioscos y almacenes.
Las figuritas de los años 40 eran de escasa calidad gráfica, por lo que ahora son más difíciles de encontrar que otras de períodos anteriores. El hito más importante en la historia se produjo en 1956, con la aparición de Crack, cuyas colecciones "se caracterizaron por la calidad, cantidad y originalidad del material presentado. Desde Caperucita Roja al Lejano Oeste, pasando por Blancanieves, Payaso, King Kong y tantos otros".
Crack debió disputar el mercado con otra empresa, Starosta. "Para nosotros Crack es una especie de bisagra en la historia de las figuritas -dice Bitrán-. Starosta está más en la neblina primero por la dificultad de conseguir material y segundo porque no sé hasta qué punto llegó a tener continuidad, es decir, a editar todos los años una colección de figuritas de fútbol. Crack es la que coleccionamos todos los que nacimos de 1958 en adelante porque además de fútbol sacaba Caperucita Roja, Cenicienta, Hijitus, Tarzán".
Toda colección de figuritas incluía una casi imposible de conseguir, la difícil. Elegidas al azar por los fabricantes, hicieron que algunos futbolistas de segundo orden o bien desconocidos se volvieran famosos entre los chicos. Así, en los años 60, un jugador de Atlanta, Puntorero, adquirió celebridad como figurita extremadamente difícil; en los 70 fueron difíciles Togneri, un jugador de Estudiantes, y Mokumbo, de la selección de Zaire, que se convirtió en tema de figuritas por haber jugado el campeonato mundial de fútbol de 1974 .
Con el transcurso del tiempo, todas las figuritas se han vuelto difíciles. "La búsqueda continúa -dice Bitrán-. Y por eso es apasionante, incluso para el que no es coleccionista. Muchas veces una figurita puede abrir una puerta que estaba cerrada. De pronto ves una sola y te acordás de la colección entera. Una figurita trae olores, memorias, recuerdos de personas y de cosas". Un pequeño mundo que gira alrededor de una imagen.



Las figuritas atrajeron a sucesivas generaciones.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Juego y educación
Contacto
Diario La Capital todos los derechos reservados