El Gran Rosario estableció otro triste récord: más de 800 mil personas, un 60,9% del total, viven debajo de la línea de pobreza. La mitad de esos pobres (un 29,6%) directamente son indigentes, es decir, ni siquiera llegan a cubrir las necesidades alimentarias básicas. A nivel país, el panorama es apenas más benigno: el 57,5% de los argentinos son pobres y hay un 27,5% de indigentes. Así lo revelaron datos oficiales difundidos ayer por el Instituto de Estadísticas y Censos (Indec) medidos en octubre pasado.
En el Gran Rosario, la pobreza creció del 56,2% al 60,9%, y la indigencia se incrementó del 28% al 29,6%. Como el aglomerado cuenta con más de 1,3 millón de habitantes, de allí se desprende que más de 806 mil personas son pobres, unas 67 mil más respecto del relevamiento previo. En tanto, el número de indigentes se engrosó en unas 30 mil personas.
La crisis económica, potenciada por la brutal devaluación, arrastró a más de siete millones de personas en el país por debajo de la línea de pobreza en el último año.
Si se proyectan los datos recabados en los aglomerados urbanos al total de la población, surge que 20,8 millones argentinos están en la miseria, de los cuales 10 millones son indigentes.
La puesta en marcha de los planes de jefes y jefas de hogar durante mayo y junio de 2002, que benefician a 1,8 millón de desocupados con un subsidio de 150 pesos, no alcanzaron para evitar que la pobreza pasara del 53% registrado en mayo al 57,5% de octubre último.
En sintonía, las personas en situación de indigencia saltaron del 24,8% al 27,5%. Los datos corresponden a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que el Indec releva en los principales 31 aglomerados urbanos.
La investigación del Indec determinó que si no se hubieran puesto en marcha los planes asistenciales los resultados hubiesen sido aún peores: la pobreza hubiera trepado al 58,1% y la indigencia al 30,5%. Así se evitó que unos 725 mil pobres cayeran por debajo la línea de indigencia.
La fórmula de cálculo
Una familia tipo compuesta por un matrimonio de 30 años y dos hijos de entre 7 y 9 años, en abril necesitaba 598,75 pesos para no caer en la pobreza y 252,64, para no ser indigentes.
En cambio, en septiembre por efecto de la inflación la misma familia necesitaba 716,17 pesos para el primero de los casos y 324,87 para el segundo, un incremento de 19,61% y el 28,26% respectivamente.
El ministro de Economía, Roberto Lavagna, criticó que el Indec mide mal la pobreza porque incluye en la canasta básica gastos como reparación del automóvil, pero los responsables técnicos de la investigación insistieron con la veracidad de las cifras (ver página 8).
La situación económica del país se agravó a principios de 2002 cuando el actual gobierno decidió devaluar el peso, lo que desató un proceso inflacionario que redujo fuertemente la capacidad de compra de los argentinos, especialmente entre los más pobres.
Los precios al consumidor se incrementaron un 41,0% en el año 2002, mientras que los salarios permanecieron congelados y la canasta básica de bienes, a la cual la población de menores ingresos destina la mayor parte de sus recursos, aumentó un 74,9%.
El incremento sostenido de los precios de la canasta básica alimentaria, la caída nominal y real de los salarios, en medio de la desocupación que afecta al 17,8% de las personas en capacidad de trabajar, incidió para generar este incremento de la pobreza.
Cuando el gobierno presentó a fines del año pasado los últimos resultados del desempleo ya se había generado una polémica, por la inclusión entre los ocupados de una porción importante de los planes de jefes y jefas de hogar.
Ahora, y frente a estos datos, se vuelven a poner en duda la creación real de puestos de trabajo en el segundo semestre de 2002, cuando la economía dejó de caer y empezó a mostrar algunos indicios de reactivación.
La radiografía de la miseria
La ciudad entrerriana de Concordia encabeza el listado de pobreza en el país, con el 77,7% de sus habitantes en esa condición, entre los cuales se cuenta con un nivel de indigencia del 50,5%.
Junto con Corrientes, Jujuy y Resistencia, Concordia integra el lote de aglomerados urbanos en los que la pobreza alcanza a más de siete de cada diez habitantes. No obstante, una delgada frontera separa a la ciudad de Buenos Aires de lo que son una aproximación a las condiciones sociales del resto del país: en el conurbano se triplica la proporción de pobres y se sextuplica la de indigencia.
Los datos oficiales confirman que las provincias del nordeste son las más castigadas con un 71,5% de pobreza y 41,9 de indigencia.
Le siguen: Noroeste 69,4 por ciento de pobreza y 35,1% de indigencia; Cuyo, 61,3% y 29,7%; Pampeana, 56,7% y 27,2%; Gran Buenos Aires, 54,3% y 24,7% y Patagonia, 45,6% y 21%.
La ciudad con menor nivel de pobreza es la Capital Federal, con el 21,2 por ciento, seguida por las patagónicas Río Gallegos, con el 33,3%; y Ushuaia-Río Grande, con el 38%.