Si bien durante los últimos años la producción de cultivos en Argentina se ha incrementado en forma notable, estos aumentos se deben a la incorporación de una mayor cantidad de áreas sembradas que a los rendimientos obtenidos por los cultivos.
La afirmación corresponde a Fernando García, director regional del Inpofos Cono Sur, y parte de una serie de investigaciones y experimentaciones a campo que determinaron que los rendimientos promedios se encuentran entre un 30 a 40% por debajo de los potenciales que se pueden alcanzar bajo condiciones normales de clima y suelo.
Traducido al común de los productores, la advertencia significa que aún sigue siendo un factor de importancia la necesidad de conocer las tecnologías de manejo que se deben mejorar para revertir los resultados. Y con esto cuenta la baja tasa de incremento en el rendimiento promedio de los cultivos de la región pampeana y la brecha observada entre los promedios y potenciales de toda la zona.
El diagnóstico está dado y ahora hay que aplicar la receta que, para muchos, parte por el reconocimiento de la siembra directa como un sistema integral productivo y no una técnica más que puede adoptarse eventualmente.
Se suma el adecuado manejo de la fertilidad de suelos y fertilización de cultivos que contribuye a mejorar los rendimientos medios así como el balance de nutrientes el suelo. Porque a pesar del marcado incremento en el consumo de fertilizantes a partir de 1991 y el impacto que este fenómeno ha generado sobre la producción de granos, el balance de nutrientes (extracción en grano vs. reposición de fertilizantes), continúa siendo negativo.
Un dato claro es el reflejo de las últimas campañas donde se ha aplicado un 20-30% de nitrógeno y un 40-50% de fósforo extraído en granos, mientras que el grado de reposición de potasio ha sido prácticamente nulo (1%). Tanto, que estos desbalances han generado una pérdida de la fertilidad nativa de los suelos y potenciaron las deficiencias medidas en nitrógeno, fósforo, azufre en numerosas zonas y otros nutrientes como el potasio, magnesio y micronutrientes puntuales para algunas áreas y cultivos.
Exportación de nutrientes
En la región pampeana argentina, la extracción de nutrientes en granos y forrajes excede a la aplicación a través de fertilizantes, enmiendas y abonos orgánicos. Esto genera balances nutricionales negativos para los suelos de toda la zona.
García asegura que el manejo indiscriminado de suelos generó pérdidas significativas de nutrientes y, actualmente, sólo se los está reponiendo a través de fertilizantes con índices que rondan en un 29% de nitrógeno, 53% de fósforo y menos de un 0,5% de potasio.
Del resto todavía no hay datos precisos, salvo la estimación de que en Argentina el 55 % de los fertilizantes son aplicados en el cultivo de trigo y sólo un 26% en la soja, a pesar de ser la oleaginosa de mayor demanda de nutrientes y la que más aumentó la superficie de siembra en los últimos 10 años.
Resulta un dato curioso entender que a pesar del aumento en el consumo de fertilizantes, Argentina todavía está muy lejos de los niveles de reposición. Esto se debe a la falta de conciencia sobre la necesidad de fertilizar la rotación, más que a cada cultivo.
Falta una estrategia de reposición de nutrientes que habilite un desarrollo del sistema productivo, como también prestar más atención al manejo de los cultivos extensivos, dejando de evaluar solamente al cultivo inmediato, sin tener en cuenta los siguientes.
Durante el año 2002, investigaciones locales e internacionales demostraron los efectos residuales de las fertilizaciones tanto en nutrientes de menos movilidad en suelo como el fósforo y potasio, así como en algunos de mayor movimiento como el nitrógeno y azufre.
Sin embargo, muchos productores no ven a la fertilización como una pieza fundamental para que su sistema de producción se sustentable y tampoco consideran que permite obtener producciones más altas y mejores, con un mayor retorno económico.