Año CXXXVI
 Nº 49.737
Rosario,
miércoles  29 de
enero de 2003
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Crisis en la UCR. Ni siquiera lograría el 13% de votos que obtuvo Massaccesi
El radicalismo va camino a la peor elección de su historia
Desde los casi 8 millones de sufragios que cosechó Alfonsín a la magra presencia en los sondeos actuales

El radicalismo podría enfrentar en las próximas elecciones de abril la peor crisis de los últimos 20 años, sólo comparada a la debacle en la que quedó inmersa en 1995 cuando Horacio Massaccesi ubicó a la UCR como tercera fuerza política, con el 13% de los votos, detrás del Frepaso, que postuló en ese comicio a la fórmula José Bordón-Carlos Chacho Alvarez.
La UCR, que en 1983 llegó a la Presidencia con el 51,4 por ciento de los votos de la mano de Raúl Alfonsín (con 7.725.173 votos), quedó inmersa en una de las peores crisis de su historia, luego de las internas realizadas el 15 de diciembre pasado que abrió un escandaloso proceso electoral que disputaron Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno para definir la candidatura presidencial de la UCR.
Esa disputa interna, que se desarrolló en medio de acusaciones de fraude cruzadas, provocó la intervención de la Justicia que finalmente resolvió convocar a elecciones complementarias en tres provincias: Chaco, Formosa y San Juan, que se realizarán el próximo 16 de febrero.
La situación pareció superada, a medias, en 1997 cuando algunos de sus principales dirigentes intentaron una especie de renovación de la UCR impulsando el acuerdo de El Molino con el Frepaso con Bordón, Alvarez, Federico Storani y Rodolfo Terragno a la cabeza.
Ese acuerdo permitió al radicalismo aspirar con llegar al gobierno cuando, luego del triunfo de Fernando de la Rúa en la ciudad de Buenos Aires, logró constituir la Alianza en 1998.
El binomio De la Rúa-Alvarez, que obtuvo el 48,50 por ciento de los votos en las elecciones de octubre de 1999, surgió como una esperanza de cambio tras 11 años de gobierno menemista y permitió al radicalismo demostrar que estaba en condiciones de ingresar al siglo XXI como un partido moderno, federal, unido y respetado por la sociedad.
La victoria de la fórmula De la Rúa-Alvarez fue contundente, al ganar en 19 de los 24 distritos electorales, incluyendo la provincia de Buenos Aires, y logró 16 bancas más de las que arriesgó en la compulsa por las diputaciones nacionales.
El alejamiento de De la Rúa de los principios originales de la Alianza sumergieron a la UCR (y al gobierno) en una debacle fenomenal que generó una fuerte crisis social que, en diciembre de 2001, provocó la renuncia del presidente, en un marco de una feroz represión y saqueos que terminaron con más de 20 muertos.
Esa fue la causa principal del divorcio del radicalismo con la gente y si bien el alejamiento de las bases fue denunciado por la militancia, la conducción de la UCR pareció acompañar ese proceso de degradación y sólo se limitó a realizar algunas autocríticas aisladas que no pudieron contener a los afiliados.
La crisis generó una fuerte dispersión de la dirigencia y provocó diferentes reacciones: algunos se pronunciaron a favor de respaldar al candidato radical que surgiera de la interna, otros emigraron hacia el ARI y apoyar a Elisa Carrió o a Ricardo López Murphy y los más duros impulsaron la abstención.
Pero, los radicales, concientes que la sociedad no le perdonaría fácilmente a la UCR los errores cometidos por De la Rúa en el gobierno, decidieron concurrir igualmente a las elecciones presidenciales del 2003 con candidatos propios.
En tanto, otros, los más optimistas, piensan que la crisis puede también darle a la UCR la oportunidad de comenzar una nueva etapa. Es que, según la Real Academia, la palabra "crisis" puede tener varias acepciones: una de ellas dice que se trata de "la mutación considerable que acaece en una enfermedad, ya sea para mejorarse o agravarse el enfermo" y otra hace referencia a "una situación de un asunto o proceso cuando está en duda su continuación, modificación o cese".
Habrá que ver cuál es la opción que elige la Unión Cívica Radical, en momentos en que cosecha el 0,5% de intención de voto.



Alfonsín y De la Rúa dilapidaron millones de votos.
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