Año CXXXVI
 Nº 49.734
Rosario,
domingo  26 de
enero de 2003
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Cartas de una travesía a lo desconocido
Relatos de Cristian Aliaga entre la crónica y la prosa poética
"Música desconocida para viajes" recorre lugares de la Patagonia, América Latina y los Estados Unidos

Osvaldo Aguirre / La Capital

Una singular travesía por lugares de la Patagonia, América Latina y los Estados Unidos define la forma de "Música desconocida para viajes", libro de Cristian Aliaga de reciente aparición. El volumen está conformado por una colección de textos breves que refieren a distintos sitios y componen un conjunto que escapa a los géneros convencionales y se sitúa en un horizonte donde la poesía se cruza con la crónica y el diario de viaje.
La relación entre literatura y geografía, en el libro de Aliaga, no es tan inmediata como se podría suponer: no hay descripciones en el sentido corriente y en algunos casos el vínculo entre la observación o el relato y la referencia que lo ancla en el espacio plantea un interrogante al lector. Aliaga no escribe para orientar a un eventual viajero sino precisamente para inducir un extravío, para confundir o hacer perder las referencias establecidas y fundar un nuevo itinerario. "Sólo el camino desconocido posee fuerza de encanto", dice.
Aliaga recrea conversaciones en un alto del camino, describe lugares abandonados (una estación de servicio, un bar perdido en el mapa), presenta personajes en una situación que los define (un bolichero que se enorgullece de un mostrador y un espejo, en un pueblo deshabitado) o simplemente da cuenta de visiones que provocan ramalazos alucinados de conciencia (un cisne muerto, un faro que funciona en una costa ignorada por las rutas de navegación). La historia y las costumbres ancestrales aparecen como otra dimensión del paisaje: en "Astillas de los huesos", se evoca a los trabajadores fusilados en la Estancia La Anita, de Santa Cruz, en 1921; en "Tajos a los niños", los sacrificios humanos son rescatados a través de la imaginación y del impacto que provoca el hecho de estar precisamente allí donde ocurrieron los hechos.
La mayoría de los destinos son recónditos y no podrán hallarse, por ejemplo, en una guía para viajeros. Otros, en cambio, forman parte de circuitos transitados. El orden en que se suceden en el libro borra las fronteras conocidas, desarticula la geografía y compone en definitiva una especie de mapa personal.

Mirada a lo desconocido
Una característica llamativa de los lugares que recorre Aliaga es que allí, en principio, no hay nada para ver. Los parajes y pueblos que se suceden ante su mirada suponen mojones en un desierto, oasis que no hacen más que poner de relieve la soledad, "magnífica y desesperante", una estación de éxtasis y agonía. Un desierto, suele creerse, es aquel lugar que ha sido abandonado, el espacio inhóspito y sin refugio. "El desierto es un hueco, meramente, un lugar vacío -anota Aliaga-. Las cosas que contiene son insignificantes o invisibles, eso dicen".
Sin embargo, "pese a esa inexistencia formal, algunos seres poseen el estatus legítimo de los habitantes del desierto. Es decir, aquella cualidad de existir, a pesar de no ser visibles a simple vista. De permanecer desconocidos para el mundo conocido, como leyenda o misterio que puebla los confines".
Aliaga no pretende descubrir sitios nunca explorados. Tampoco despejar alguna incógnita, ya que "la ausencia de explicaciones es bella" y "los lugares que carecen de enigma no invitan a quedarse". La belleza de la escritura, además, no surge del paisaje. El texto dedicado a Nueva Lübecka es ejemplar al respecto: un paisaje árido suscita una percepción de extraordinaria intensidad. Otro texto está ambientado en el puerto de Comodoro Rivadavia, sitio gris donde sin embargo la mirada se ilumina, "no es chatarra lo que se ve sino movimiento, viajes desesperados en busca de un mar que tiemble con nosotros".
La mirada, primer contacto del viajero con el sitio que visita, es objeto de reflexión en el transcurso de esta particular travesía. Lo desconocido que se persigue no es exactamente algo que se ofrezca de manera inerte sino que surge entre el viajero y el paisaje, es aquello que el observador ha sido capaz de descubrir o tal vez de inventar.
Cristian Aliaga nació en Darregueira, provincia de Buenos Aires, y reside en la Patagonia. Dirige la Editorial Universitaria de la Patagonia y la revista digital Revuelto Magallanes. Ha publicado los libros de poemas "Lejía" (1988), "No es el aura de Kant" (1992), "El pasto azul" (1993) y "Estancia La Adivinación" (1998). "Música desconocida para viajes" fue publicado por Ediciones del Dragón.


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