Una hilera de casas con techos amarillos sobresale a la vista de los automovilistas que ingresan a Rosario por el puente de avenida Pellegrini, justo antes de cruzar la Circunvalación rumbo al centro. El grupo de viviendas, visto desde arriba, contrasta con el resto, de techos oscuros. Más cerca se advierte que el llamativo color amarillo no corresponde a los techos, al menos estrictamente, sino a lo que queda de ellos: restos de fibra de vidrio que protegían las viviendas por debajo de las chapas que ya no están y van desapareciendo día tras día. El predio muestra otros restos, los de un cerco perimetral que delimitaba el sector deshabitado del barrio. Pero el cerco está agujereado en los pocos sitios que no se encuentra volcado. El ingreso "oficial" es un portón al lado del cual se encuentra el puesto policial.
Las denuncias por el desmantelamiento del barrio tienen un antecedente judicial impulsado por la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo en julio pasado. En esa oportunidad, fueron sumariados 16 oficiales de policía, que estaban a cargo de la custodia del lugar. La investigación quedó a cargo del juzgado de Instrucción Nº12. En esa oportunidad se acusó al personal policial por el desbaratamiento de un techo, por faltantes de tanques de agua y aberturas.
Los vecinos aseguran que el saqueo continúa y la ausencia de chapas en más de una docena de techos lo demuestra. Tampoco están allí las aberturas y no quedan rastros de tanques de agua.
Lo único que cambió desde la denuncia es el horario en el que los ladrones trabajan. Ya no lo hacen de día, a la vista de todos los vecinos. Ahora los techos desaparecen de noche.
Las sospechas sobre la connivencia de jefes policiales con el desmantelamiento del barrio aún están vigentes y surgen de las mismos uniformados. Es que fue personal policial el que afirmó a La Capital que las guardias no se cumplen, porque la dotación asignada no concurre al puesto de vigilancia. Y que esto ocurre en perfecto conocimiento de los jefes de zona, así como el robo constante que registran las viviendas deshabitadas.
Descontrol y abandono
Si la connivencia policial no puede ser probada, al menos es evidente la desidia en el cuidado del predio. El cerco perimetral, de alambre de púas, se encuentra mayormente tirado en el suelo. Los sectores de alambrado que permanecen tendidos tienen enormes boquetes que permiten un tránsito perfecto hacia las casas vacías.
Las quejas de los vecinos del Fonavi, ubicado en Circunvalación y Pasco, frente al Santa Lucía, complementan el cuadro. Confirman que las guardias son escasas y dejan baches de noche o los fines de semana. Tampoco se explican cómo, a pesar de los controles, los robos avanzan cada día.
El predio fue abandonado desde hace más de dos años por la empresa constructora cuando a las casas les faltaban algunos detalles de infraestructura, ahora irremontables. La mitad de las casitas fueron adjudicadas, pero la mudanza no se pudo concretar. Quedaron sin terminar en un estado bien avanzado de la obra. Todas estaban techadas, con tuberías de luz y gas y hasta revestimientos cerámicos. Excepto las más alejadas, contaban con sanitarios y aberturas.
El saqueo constante hizo que junto a las chapas de los techos desaparecieran los sanitarios, botiquines y hasta los caños, que fueron arrancados de las paredes. La entrega postergada de las casas, que podrían haber dado albergue a 50 familias, había sido anunciada para agosto pasado. Ahora, de ese medio centenar de casas sólo quedan despojos.
La Ciudad
