Editorial

La integración con Brasil

El encuentro mantenido la semana pasada entre los presidentes Luiz Inacio "Lula" Da Silva y Eduardo Duhalde ha vuelto ha poner de manifiesto que el Mercosur, más que nunca, está en el centro de la estrategia política de los dos gobiernos. Y en verdad se trata de un hecho auspicioso, aunque por el momento todo se circunscriba a meros pronunciamientos, sin que se hayan precisado plazos para reglamentar algunos de los acuerdos. Tampoco puede obviarse que el mandatario brasileño recién acaba de asumir y que su par argentino dejará la presidencia en el curso de los próximos meses.
No obstante, en esta reunión desarrollada en el Palacio de Planalto comenzaron a mostrarse las prioridades, lo cual revela el perfil que se le dará en esta primera etapa: cooperación bilateral en el campo social, es decir aplicar políticas para atenuar la marginalidad y exclusión, garantizando al mismo tiempo planes alimentarios y de asistencia médica. En principio se trata de una dirección correcta, por cuanto en ambos países se ha profundizado la franja de desocupados a niveles históricos y las secuelas de muertes por desnutrición, analfabetismo y crecimiento de la delincuencia no cesan. En este sentido se creará, como instancia administrativa, un instituto destinado a estudiar recursos y elaborar planes concretos, pero desde ya se descarta que permitirá lograr grandes ahorros para los dos países en las compras de productos alimenticios y medicinales.
Otros dos puntos de alta significación son establecer una moneda común y conformar un Parlamento regional. Emulando la experiencia de otros bloques regionales, como la Unión Europea, se comenzó a analizar la emisión de una moneda que podría denominarse "peso real" y la idea de un congreso de representantes lo reforzaría institucionalmente.
Evidentemente, ya se reconoce una relación más estrecha entre Argentina y Brasil, y es probable que esto se vincule con la buena imagen que tiene Lula entre los argentinos y la confianza que genera: vale recordar que durante su campaña electoral prometió que privilegiaría la alianza con los países latinoamericanos y así lo está haciendo. Sin embargo, conviene advertir que durante los 10 años de vida que lleva el Mercosur fueron varios los presidentes que intentaron relanzarlo, prometiendo acuerdos que luego quedaron en recortes periodísticos. Sería procedente entonces que a corto plazo comiencen a reglamentarse alguna de las iniciativas. Se estaría rompiendo así verdaderamente con la inercia declamativa e inaugurando la integración con acciones ciertas.