Año CXXXVI
 Nº 49.728
Rosario,
lunes  20 de
enero de 2003
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cartas
¿De la Torre tuvo premoniciones?

El 8 de septiembre de 1997, en ocasión de cumplirse 100 años del duelo de Yrigoyen con De la Torre (6/9/1897), La Capital publicó una carta mía titulada "Hoy como ayer". En la misma expresé que el Partido Demócrata Progresista y la Unión Cívica Radical se encontraban separados por conceptos "existenciales". Recordé entonces las palabras de De la Torre: "No tengo interés en llegar al gobierno dentro de un partido heterogéneo. Preveo la esterilidad de su acción y las divisiones del día siguiente". Cinco años transcurrieron desde entonces durante los cuales manifesté siempre mi oposición a las alianzas que concretó mi partido con el partido Radical, basándome en aquellos pensamientos. Los asertos de nuestro líder mantuvieron su vigencia y así lo demostró la ruptura de la Alianza a partir de la renuncia de Chacho Alvarez. Es que el pensamiento de don Lisandro tiene actualidad permanente. Como demostración apareció en estas mismas columnas (el 5/1/98, en pleno intento de privatización) mi carta "Asombrosa actualidad" referida a la defensa que De la Torre hiciera del Banco de la Nación, cuando en el Senado se trató la creación del Banco Central. Pero para colmo de nuestro asombro, De la Torre nos dejó en aquellos días sus lapidarios vaticinios sobre la conducta de los dirigentes de ese partido formados a imagen y semejanza del sobrino de su principal fundador, convirtiendo "toda inspiración patriótica en un debate mezquino de rencores y ambiciones personales"... "anteponiendo a las conveniencias del país y a los anhelos del partido, sentimientos pequeños e inconfesables". Equivocan el camino cegados por el egoísmo. Así ocurrió cuando la presidencia de Illia, al que dejaron solo, sus adversarios y también sus correligionarios. Personalmente, traté siempre de no imitarlos. Contrariando la opinión de mis amigos, creí en la necesidad de colaborar individualmente con ese gobierno. Así lo hice, (adhonórem) cuando la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo en 1964. Recién dos años después (el 25/3/66) la junta ejecutiva nacional del PDP en un comunicado reconoce la necesidad de consolidar firmemente nuestro sistema político apoyando al presidente (el mejor de estos tiempos). El 6 de abril Horacio Thedy -secretario general- visitó a Ricardo Balbín para transmitirle la grave inquietud. Balbín "no movió un dedo", molesto todavía por no ser él, el presidente. Allí comenzaron todas nuestras desdichas actuales. Allí, con el golpe de Onganía. Allí, con el egoísmo de un máximo dirigente radical. Por eso, no nos extrañe ahora que cuando su partido y también el país esperaban patriotismo y renunciamiento aparecen en sus candidatos las fragilidades de sus mezquinas personalidades. Por eso, presenciamos en estos días el vergonzante espectáculo que ofrecieron en la elección interna radical, acusándose mutuamente de fraudulentos. Es que la egolatría de los dirigentes políticos argentinos los diferencia de la masa de afiliados de base de cada partido; estos hombres honestos de trabajo creativo que consumen sus vidas en un comité o manejando los destinos de las comunas detrás de un ideal sobre el cual escupen los ambiciosos y descreídos candidatos con posibilidades reales de acceder al gobierno. Se me dirá que, dicho así, no habría grandes diferencias con lo que ocurre dentro del otro partido mayoritario argentino, al cual los radicales no quieren parecerse. Contestaré con una frase al mejor estilo García Márquez: "Son de la misma vaina"; aclarando, la del Pacto de Olivos.
Lelio Merli


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