"Me tienen cansado. Tengo ganas de vender todo y mandarme a mudar porque para mí esto fue una venganza de la competencia. Así no se puede vivir". El titular de la sodería Jesusa, Ricardo Albor, resumía ayer con esas frases el atraco que sufrió antenoche cuando tres delincuentes armados irrumpieron en el establecimiento ubicado en el barrio de Arroyito para llevarse 7 mil pesos en efectivo. Pero el empresario no sólo perdió esa suma de dinero. También guardará en su memoria la impresionante imagen de su pequeño hijo y su mujer con pistolas 9 milímetros y revólveres calibre 38 apuntándoles directo a la cabeza. En ese momento no se pudo contener y se abalanzó sobre los maleantes. Uno de ellos disparó y una bala destrozó el vidrio de una puerta. Por milagro nadie resultó herido. Albor se trabó en lucha con los delincuentes y hasta llegó a arrojarles un ventilador, pero terminó en el piso, donde recibió en represalia una andanada de puntapiés que le dejaron una rodilla al borde de una fractura. En diálogo con La Capital, Albor contó que unos minutos antes de que los ladrones irrumpieran en la fábrica su hija de 13 años recibió un extraño llamado telefónico en la casa. Una voz masculina en tono grave advirtió: "Esta noche va a correr sangre en lo de tu papá". La adolescente corrió entonces hasta la planta ubicada en Carrasco 1636, a pocos metros del cruce con La Travesía, y narró ante sus padres lo que había escuchado. Ricardo y su mujer pensaron que se había tratado de una broma de mal gusto, pero media hora después ocurrió el violento asalto. Tres delincuentes irrumpieron por el portón de acceso alrededor de las 21. Además de Albor y su pareja, también estaban el hijo de 3 años, un amiguito de la familia y seis empleados. "Fue una batida, estoy seguro. Sabían quien era yo era el dueño y dijeron que conocían mis movimientos", sugirió ayer a la mañana el sodero. Sucede que el trío se movió con una confianza propia de conocedores de los movimientos del lugar. Primero redujeron a un trabajador que estaba cerca del portón y lo llevaron hacia la oficina donde funciona la administración. Otro fue directamente hacia la parte trasera de la fábrica, sorprendió al resto de los empleados y los arreó hacia la misma oficina. Así quedaron todos encerrados en un reducido espacio. Al principio Albor no se resistió y entregó el dinero que tenía, unos 7 mil pesos, pero al parecer la banda pretendía más. Entonces amenazaron con matar a las dos criaturas y enseguida se produjo la reacción del empresario, quien se arrojó sobre uno de ellos. Como una reacción en cadena se produjeron el disparo y también los golpes hacia el hombre de 63 años. Tras la huida del grupo, Albor se quedó con el sabor amargo de que el episodio no fue algo aislado. El empresario aseguró que es presionado por la competencia y que en los últimos dos años sufrió 45 asaltos en la planta de calle Carrasco y contra los camioneros de la flota de reparto. El más violento ocurrió también en la fábrica cuando uno de sus empleados por poco no fue fusilado con un balazo. "No pueden competir. Vendo el sifón de soda a 60 centavos con máquinas modernas y un ozonizador de agua. Hago todo lo posible para darle todas las garantías a la gente y brindarle un servicio de primera. Cumplo con todos los análisis y controles de agua", remarcó el hombre, y enseguida agregó: "Los que venden a menos de 60 centavos, venden cualquier porquería". En su dilatada carrera como sodero, según contó a este diario, Albor hizo que la marca "Jesusa" -así se llamaba su madre- fuera la precursora de los sifones de plástico, las tapitas que cubren los picos y las funditas de nailon que los protegen. Esas modificaciones les imprimieron un aspecto más aséptico a los envases. "En un tiempo me robaron infinidad de cajones y sifones. La competencia desleal es terrible. Es un escándalo como te roban cajones enteros y después los rellenan con agua de muy baja calidad, sin controles bromatológicos", apuntó el empresario, quien contó también que hace siete meses intentaron secuestrarle a su hijo. Fuentes de la seccional 9ª admitieron que Albor protagonizó un episodio en el cual fue interceptado por algunas personas mientras estaba con su hijo y que lo increparon duramente. "Tal vez haya sido por alguna cuestión referida a la competencia, pero no creemos que haya conexión con el robo del viernes a la noche", opinaron desde la sede policial.
| "Tengo ganas de vender todo y mandarme a mudar". (Foto: Sergio Toriggino) | | Ampliar Foto | | |
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