Año CXXXVI
 Nº 49.727
Rosario,
domingo  19 de
enero de 2003
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San Telmo: Largas charlas de café con amigos
El barrio que alberga el casco histórico de Buenos Aires sirve de reducto a artesanos, escritores y artistas plásticos

Fue en San Telmo donde don Pedro de Mendoza dio paso a otra etapa de la historia argentina, sin saber que casi 500 años después esa zona a orillas del interminable río sería un polo de atracción para visitantes nacionales y extranjeros.
A escasas seis cuadras de la Plaza de Mayo, el barrio que alberga al casco histórico de la ciudad, se convirtió en refugio de artistas plásticos, músicos, cantantes y periodistas, o sea, gente que cada día necesita estar rodeada de los espíritus que, a no dudarlo, vagan alegres y curiosos por sus calles.
Aceras que recuperaron sus adoquines y con ellos el aire colonial, además de 164 farolas que dan carácter a un barrio que es al mismo tiempo tranquilo como muchos de sus ancianos transeúntes y modernísimo en sus múltiples expresiones artísticas.
Los que buscan la nostalgia encuentran en los emblemáticos bares de San Telmo el lugar adecuado para dejarse ir por ese estado de tristeza que recuerda una dicha perdida.
Uno de esos bares es el Británico, ubicado justo frente al parque Lezama, en el cruce de las calles Brasil y Defensa, límite de un recorrido clásico para cualquier visitante, que va desde la Plaza de Mayo hasta el parque mencionado y que recuerda el rechazo a las invasiones inglesas en 1806 y 1807.

Feria de los Anticuarios
Sin dudas, imperdible para cualquiera es la plaza Dorrego, asiento de la famosa Feria de los Anticuarios, que fue en sus orígenes una plaza de carretas donde los porteños realizaron una réplica de la declaración de la Independencia que, aquel 9 de julio de 1816, se desarrollaba en San Miguel de Tucumán.
Es habitual por las noches, o durante el día, encontrar la placidez necesaria para una buena conversación, aun con uno mismo, en esa superficie de 2.219 metros cuadrados, pero en la que también está la fuerza arrolladora de las murgas porteñas, la compañía melosa de músicos callejeros o el rumor de charlas y risas ajenas.
Por su parte, en Carlos Calvo al 300, está la restaurada Antigua Tasca de Cuchilleros, una casa de 1840 que conserva sus puertas, rejas y techos originales, bajo los cuales se desarrolló una trágica historia de amor en la época del brigadier Juan Manuel de Rosas.
Margarita Oliden era hija del jefe de la mazorca, cuerpo de seguridad de Rosas, que obligada por su padre se casó con un mazorquero pero, enamorada de un payador, intentó huir con él y tras ser herida en la persecución fue a morir en lo que actualmente es un restaurante.
Infinidad de ofertas culturales y gastronómicas, además de las decenas de locales de anticuarios o el mercado, que todavía vende verduras, carnes, huevos y quesos, es lo que encuentra el visitante en las 60 manzanas que componen el casco histórico.
En San Telmo funcionan doce universidades, 8 de ellas inauguradas en la última década; más de 300 sociedades culturales y cientos de artistas a los que es posible encontrar en cualquier bodegón cuando empieza la medianoche.
Sobre la calle Defensa, en su intersección con Independencia, está la pizzería de Pirillo, donde confluyen turistas elegantísimos (de noche) que pagan en dólares y los que juntan moneditas para acceder a una inolvidable porción de pizza que venden por metro.
San Telmo tiene entre sus calles numerosas iglesias católicas: la que lleva su nombre o de Belén, en Humberto Primo al 300; la de Santo Domingo, en Defensa y Belgrano, que guarda los restos del general Manuel Belgrano; o la de San Francisco, una de las más bellas de Buenos Aires, ubicada en Alsina y Defensa, entre otras.
También están la Iglesia Ortodoxa Rusa, con sus llamativas cúpulas azules frente al Parque Lezama; la Presbiteriana Escocesa de San Andrés; la Dinamarquesa; y la Iglesia Sueca, donde cada diciembre se celebra la fiesta de Santa Lucía con niñas de la colectividad que lucen coronas de velas en sus cabezas.



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