Desde las primeras normas impuestas por la dictadura de Jorge Videla en 1976 a las leyes e indultos con que los gobiernos democráticos intentaron clausurar la búsqueda de justicia por los desaparecidos se sigue una línea sin interrupciones que apunta a "cerrar toda alternativa de investigación para conocer la verdad de los detenidos-desaparecidos", según sostiene Stella Maris Ageitos en "Historia de la impunidad", ensayo de reciente edición en el sello Adriana Hidalgo. Ageitos es una abogada de una larga trayectoria en la investigación de violaciones a los derechos humanos. En ese sentido, se desempeñó en el Centro de Estudios Legales y Sociales y en la causa por los desaparecidos argentinos de origen alemán. El libro elabora la cadena de resoluciones legislativas, administrativas, judiciales y políticas que desde 1976 ampararon las violaciones de los derechos humanos en la Argentina. "Es la historia de la deslealtad argentina en documentos oficiales: todo en lenguaje democrático, con manera suaves pero destinado al olvido que no es otra cosa que quedar bien con los verdugos. Perdonarlos y hasta justificarlos", sostiene Osvaldo Bayer en el prólogo. La historia en cuestión se desarrolla a través de diez capítulos, desde los prolegómenos del golpe militar del 24 de marzo de 1976 a los juicios por la verdad, que actualmente se desarrollan en diversos puntos del país. "El 24 de marzo marca un antes y un después en la historia argentina, el comienzo del proyecto económico que ahora estamos padeciendo. Después de la dictadura hubo una voluntad de no investigar lo que ocurrió que terminó de manifestarse con los indultos y que da continuidad a la historia", dice Ageitos. "El golpe no fue sólo una cuestión de los militares, ya que evidentemente hubo apoyo de un sector importante de la sociedad, de la Iglesia, de algunos sindicalistas y de partidos políticos como la Unión Cívica Radical. A mediados de 1975 se veía un supuesto desorden, sobre todo con el plan económico de Celestino Rodrigo, que supuso una devaluación de entre el 100 y el 150% por ciento, como la que padecimos el año que pasó. Esa percepción contribuyó al golpe". El ensayo revisa en particular la doctrina de la Seguridad Nacional, como se conoció al plan del exterminio que se materializó en los centros clandestinos de detención y en la eliminación y desaparición de militantes políticos, estudiantiles y gremiales. Los años de la dictadura son abordados a través del examen de la propaganda militar en torno a la "campaña antiargentina", recurso con el que se intentó desprestigiar las crecientes denuncias por las violaciones a los derechos humanos, la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 1979, y los recaudos con que los militares trataron de cubrir su retirada del poder. La autoamnistía y la ley del olvido que intentaron imponer los militares reaparecieron plasmadas en las leyes de punto final y obediencia debida de Raúl Alfonsín. Esa última etapa es una de las más importantes en el período analizado. El libro de Ageitos desmiente una creencia generalizada según la cual la democracia instauró una ruptura. "La recuperación de la democracia -recuerda Ageitos- marcó un momento de expectativa en cuanto a la realización de juicios y el esclarecimiento de las violaciones a los derechos humanos", algo que tomó cuerpo con la formación de la Conadep y el Juicio a las Juntas Militares. Sin embargo, desde el punto de vista de las violaciones a los derechos humanos y su investigación, el período democrático no supone una ruptura sino una continuidad. La Conadep contribuyó a difundir los horrores de la dictadura y a que la población tomara conciencia de los hechos, pero a la vez instauró la teoría de los dos demonios. "Yo soy muy crítica del juicio a las Juntas. Por ejemplo, los casos de bebés desaparecidos no fueron investigados. Y la Conadep no tenía facultades para investigar, sólo podía recibir denuncias. El diputado Augusto Conte planteó la formación de una comisión bicameral para investigar las violaciones a los derechos humanos y no tuvo ningún apoyo". La "Historia de la impunidad" se detiene asimismo entonces en las leyes que consagraron la impunidad de los represores y a continuación el perdón final con los indultos de Carlos Menem. Ageitos relativiza a la vez el alcance de los juicios por la verdad. "Son importantes porque permiten saber más cosas, pero no tienen la posibilidad de castigar. De todas maneras, pese a que la impunidad está consagrada, esta es una historia con final abierto, impredecible".
| Emilio Massera y Jorge Videla, genocidas impunes. | | Ampliar Foto | | |
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