El Museo de la Refinería ocupa un lugar particular entre los emprendimientos culturales de la ciudad. No sólo porque es itinerante y por decisión propia carece de una sede física sino porque no depende de ningún organismo de gobierno ni recibe financiamiento alguno. El sostén de su funcionamiento es la pasión de tres vecinos por conocer y difundir el pasado de la ciudad y el cariño al barrio en el que viven.
El Museo surgió a mediados de 1998, por iniciativa de Gustavo Fernetti, Edgardo Rubén Platania y Angela Tasca. Desde entonces se ha dado a conocer a través de una serie de exposiciones sobre temas de la historia de la ciudad, que tuvieron lugar en establecimientos escolares y culturales, tanto del barrio de la Refinería como de otros puntos de la ciudad.
La idea de que el Museo fuera itinerante estuvo desde el principio. "Un museo convencional suponía costos inmensos y, para nosotros, la desventaja de convertirse en algo estático, petrificado. Nos parecía más fácil armar una serie de exposiciones y hacerlas rotar", explica Fernetti.
"La idea era hacer por ejemplo una muestra para las escuelas de la zona, para que los chicos fueran conociendo la historia del barrio y que se tratara de un emprendimiento dinámico y sin una estructura tan pesada como un museo establecido, que necesita un edificio, mantenimiento, personal", agrega Platania.
Los miembros del Museo de la Refinería pensaban además que una exposición de historia no podía reducirse a exhibir objetos en una vitrina. "Por ejemplo, en una muestra que hicimos sobre el ferrocarril -dice Fernetti- tratamos de explicar por qué el ferrocarril desapareció y quisimos contar un proceso que no es de ahora sino que empieza prácticamente con el ferrocarril: es decir hacer un mirada de proceso sobre los objetos y no presentar el objeto congelado y que la persona se imagine algo". Con el mismo espíritu, una muestra de soldaditos de plomo apuntó "a contar cómo era el proceso de consumo de los juguetes en función de lo que pasaba con la mirada sobre lo militar".
Uno de los principales intereses del Museo de la Refinería son las escuelas. "La idea es trabajar con los chicos -dice Platania- e ir mostrando cada vez nuevas facetas. Como los presupuestos de cultura en la escuela están escasos tratamos de aportar objetos de historia y un tema. La maestra lo explotará pedagógicamente, en clase. Esa es la idea básica: llevar elementos y material a la escuela, para que lo trabaje la maestra, que es la especialista".
En ese sentido, "para este año nuestra intención es reunirnos con las maestras de las escuelas para decirles lo que hacemos y por qué lo hacemos, y para que ellas nos propongan temas, siempre que contemos con los elementos y que nuestra estructura pueda responder a esa demanda".
El Museo ha presentado exposiciones además en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia -en la Semana de Rosario-, el Centro Cultural Fisherton y la Facultad de Humanidades y Artes -a propósito del centenario de las luchas obreras, que tuvieron en las calles de Refinería el primer mártir: Cosme Budislavich, obrero muerto por la policía. El Museo prepara las exposiciones con la idea de renovarse, "para que sean interesantes para los chicos y para los grandes y que cuenten algo", dice Angela Tasca.
La última actividad consistió en promover un encuentro de artistas y artesanos de Refinería. Las citas tenían lugar los días sábados, en distintas esquinas del barrio, cuya historia era narrada a través de paneles especialmente preparados.
Por amor al barrio
"Lo que nos movió a reunirnos fue el cariño al barrio -dice Platania-. Yo tenía la inquietud de investigar la historia del barrio y me conecté con ellos, que eran estudiantes de museología, para darle una carácter más profesional a la búsqueda, que no fuera sólo una cuestión de entusiasmo".
El Museo posee unos 150 objetos. "Nos interesan las cosas de la vida cotidiana, aquella que refleja la vida de la gente", dice Platania. También hay curiosidades y numerosas fotografías.
"Las fotos son un documento importante -dice Tasca-. No solamente nos interesa ver quiénes están allí sino cómo están vestidos, en qué esquina estaban parados, cómo era esa esquina".
Entre las curiosidades que recuperó el Museo se encuentra un libro de contabilidad de un almacén de fines del siglo XIX. "No sabemos dónde estaba pero sí que es anterior a la Refinería Argentina de Azúcar -dice Platania-. Siempre se piensa que el barrio comienza con la instalación de la Refinería, pero este libro que hemos hallado demuestra que mucho antes había negocios importantes. A través de la investigación vamos a ver si abastecía al puerto o al ferrocarril".
Los miembros del Museo se reúnen los sábados a la tarde. "Nos encontramos en mi casa, invierno y verano, sin falta -cuenta Angela Tasca-; empezamos a tirar ideas y vemos qué es lo que necesita la escuela en la que queremos trabajar. Lo ideal sería preguntarle a los maestros, pero no siempre logramos el contacto con la dirección de la escuela".
"Llevamos los paneles al hombro. El Museo está hecho a pulmón, todo lo hemos puesto de nuestro bolsillo y no cobramos un peso. El año pasado empezó a ayudarnos un poco la Vecinal. También recibimos el apoyo del Centro Cultural Lumiére, donde organizamos el encuentro de historiadores barriales".
Para Platania, "el barrio merece una investigación más profunda, que requiere tiempo, recursos humanos, económicos. Pero además de hacer la investigación histórica, nosotros nos encargamos de preparar los paneles, hacemos de carpinteros y de herreros".
Pese al escaso apoyo que recibe, el Museo de la Refinería es generoso con sus pertenencias. "Siempre colaboramos con los amigos, con los que tienen alguna inquietud o con la gente que conocemos en Museología y que hace otras exposiciones -dice Tasca-. Por ejemplo, al Museo del Che le prestamos parte de nuestros soportes. Y también hacemos préstamos a los historiadores, les proponemos un intercambio de material: nuestra condición es recibir una copia del trabajo que hicieron o que nos cuenten qué fue lo que investigaron para ver si podemos agregar algo a lo que tenemos".
En el encuentro de historiadores barriales, Gustavo Fernetti presentó una exposición sobre "Los misterios de Alberdi". Según explica, "la idea era que el historiador barrial se moviliza por lo misterioso. Por ejemplo, a propósito de ese libro de contabilidad que mencionábamos, si supiéramos todo sobre él no nos interesaría tanto. El misterio es como el motor de nuestra búsqueda".