Año CXXXVI
 Nº 49.723
Rosario,
miércoles  15 de
enero de 2003
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Comercialización clandestina de granos en el departamento Rosario
El "bolseo" de cereal, un negocio en cadena que moviliza fortunas en negro
Intervienen transportistas, intermediarios y cerealeras. Y la modalidad goza de la interesada protección de la policía

Las resonantes quejas del presidente comunal de Fighiera por la proliferación del robo hormiga de cereal, pronunciadas el viernes pasado, pusieron al descubierto los alcances de un redituable negocio que involucra desde el chofer del camión, el "bolsero" que compra parte de la carga, el intermediario que coloca la mercadería en las cerealeras y hasta personal de alto rango de las mismas filas policiales, que a cambio de una contribución mensual hacen la vista gorda para dar vía libre al "boquilleo". Ese panorama es el que describieron varios transportistas en actividad que hablaron con La Capital a condición de reservar su identidad y fuentes de la propia Jefatura de Policía de Rosario.
Impulsada por los altos valores de los granos en el mercado internacional, la modalidad va en aumento en las rutas del sur de la provincial. Se la conoce como "bolseo" o "boquilleo" y consiste en la entrega de una porción de la carga, por parte del conductor de un camión cargado con cereal, a un "bolsero" apostado a la vera del camino. Pero lo que a simple vista pareciera un hurto ínfimo, en realidad es parte de una aceitada maquinaria que reporta altas ganancias a quienes la ponen en marcha.
De acuerdo a datos precisos aportados por los informantes, algunos jefes de las unidades regionales implicadas, la Guardia de Seguridad Rural y las comisarías de cada jurisdicción y sus inspecciones zonales perciben montos mensuales, ajustados según la cotización de la soja, por permitir a los bolseros trabajar tranquilos.
La postal se repite en algunos puntos de los caminos que surcan la provincia. Zonas de la ruta A-012, la ruta 21 en cercanías de Dreyfus, el paraje Cuatro Esquinas, la ruta 18 y la entrada a Acebal, la zona de Circunvalación y Uriburu, en Rosario, y esta última avenida frente a la aceitera Santa Clara, son sitios donde el boquilleo suele ser moneda corriente, según revelaron a este diario quienes conocen el tema en detalle. Y también hay zonas fuera del departamento Rosario, como Bombal en Constitución, donde el negocio, según narran en el pueblo, ocurre "a la vista de todos".
En las áreas de Rosario, los camiones que surcan las rutas provinciales rumbo a los puertos suelen detener unos minutos la marcha. En la banquina los espera el bolsero, provisto con una bolsa con capacidad para unos 80 kilos de mercadería. El chofer abre la boquilla del camión y deja pasar el producto a cambio de diez pesos. Una suma que le permite paliar gastos del viaje o la comida del día.
Cuando el camión vuelve a emprender la marcha, el bolsero traspasa el cereal a una bolsa más pequeña, de unos 50 kilos. Entonces entra en acción el tercer protagonista de la historia: el intermediario. Se trata del conductor de un vehículo de carga chico (suelen ser camionetas), que recoge la bolsa de 50 kilos y abona por ella entre 10 y 12 pesos. Luego la negocia ante las cerealeras que, al comprar mercadería en negro, incurren en un delito fiscal.
¿Donde está la ganancia para el bolsero? En los 30 kilos de cereal que le quedaron como remanente. Cada dos bolsas que compra, llena una tercera y aún le sobran diez kilos de mercadería. La ecuación es sencilla: cada dos bolsas que adquiere vende tres al mismo precio. Y además le sobra cereal, lo que configura una ganancia de unos 15 pesos.
Pero esa cifra es insignificante en comparación con las sumas que mueve el boquilleo al compás de la alta cotización del cereal. Una simple deducción permite redondear las utilidades del negocio: si el intermediario paga 200 pesos por cada tonelada de mercadería (20 bolsas de 50 kilos) y luego las ubica a 600 en las cerealeras, esto representa una ganancia básica de 400 pesos por día.
"Con el movimiento cerealero que hay es impresionante las cifras que recaudan", confiaron las fuentes. Claro que, según esas mismas fuentes, parte de esas ganancias van a parar al cuarto integrante de la trama: la policía. Los transportistas consultados y personal de la misma fuerza aseguraron que la actividad es imposible de ser concretada sin connivencia de -y retribución hacia- la policía.
Días atrás, el auge del robo hormiga de cerales llevó al presidente comunal de Fighiera, Carlos Mariani, a reclamar a la policía que tome cartas en el asunto. Como lo publicó este diario en su edición del sábado pasado, Mariani reclamó a las fuerzas de seguridad locales y del departamento Rosario que intervengan para "erradicar estas actividades que no sólo generan perjuicios económicos sino además recurrentes quejas de los vecinos". Mientras tanto, la época de cosecha, el elevado costo de los cereales y la ausencia de controles promueven un negocio que, lejos de ser insignificante, reporta jugosas ganancias a muchos bolsillos.



El viernes pasado en un camino rural de Fighiera.
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