Año CXXXVI
 Nº 49.723
Rosario,
miércoles  15 de
enero de 2003
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El hospital donde lo atendieron le dio el alta y falleció horas después
Un chico rosarino murió víctima de una extraña picadura en Mar del Plata
El joven jugaba en Renato Cesarini. Familiares, amigos y vecinos no encuentran explicación ni consuelo

Inexplicable. Esa era la palabra que repetían ayer vecinos, amigos y familiares de Pablo Jesús Aguirre. El chico de apenas 14 años murió el lunes pasado en Mar del Plata, y aún se desconocen las causas de tremendo desenlace. Si bien todo hace suponer que el muchacho fue víctima de una picadura, que podría ser de una araña o un alacrán, el caso todavía está rodeado por el misterio. Se aguardan los resultados de las pericias que se realizarán en las próximas horas en La Plata.
Exactamente en dos semanas, Pablo hubiera cumplido los 15. Desde hace algunos años jugaba de volante con la categoría 88 -ahora lo hacía en la 9º división- de Renato Cesarini. En diciembre había viajado a Mar del Plata con sus compañeros de equipo y se había alojado en la casa de una familia de esa ciudad.
Durante esos días, Pablo se lesionó un brazo, y tuvo que dejar de lado transitoriamente la cancha. Pero a cambio supo conquistar la amistad de la familia Mendiola, que lo albergó durante su estancia en la perla del Atlántico.
Fabián Mendiola prometió a sus hijos que le pagaría los pasajes e invitaría a Pablo a pasar una semana con ellos durante enero, como regalo de reyes. Y así lo hizo. El domingo 5, Pablo viajó por Chevallier con destino a Mar del Plata.
"Hablamos todos los días por teléfono y él siempre me decía que se sentía mal", relató a La Capital Claudio Aguirre, el hermano mayor de Pablo. El hombre, de 35 años, apuntó que si bien no era común que se quejara, el adolescente le había comentado que se sentía cansado, le dolían los brazos, las piernas y la espalda.
Viendo que la condición física de Pablo se complicaba con el paso de los días, los Mendiola lo llevaron al Hospital Materno Infantil de Mar del Plata. Allí fue atendido, y luego de aplicarle algunos medicamentos, el muchacho fue dado de alta. "Se fue del hospital caminando por sus propios medios", acotó el hermano de la víctima.
Pocas horas después, y ya en el domicilio de Rojas al 1300 de Mar del Plata, Pablo murió en brazos del padre de la familia que lo había invitado a pasar unas breves vacaciones en la costa.
"Parece que le picó una araña o un alacrán en la frente", dijo Claudio antes de aclarar que "eso todavía no quedó determinado por la autopsia". En los próximos días se conocerán los resultados de las pericias practicadas sobre los tejidos por los especialistas de La Plata.
"Aparentemente, y según explicaron los médicos, la muerte se produjo por un paro cardio respiratorio producto de una picadura venenosa". Así lo apuntó a La Capital Roberto Oliver, entrenador de Renato Cesarini, quien junto con el profesor de educación física de la misma entidad, Facundo Cepeda, viajaron a Mar del Plata para colaborar con la familia Aguirre a trasladar el cuerpo hasta Rosario.
"Nosotros estamos destrozados, pero la familia de Mar del Plata también", comentó Claudio, quien a pesar de las horas transcurridas desde que tomó conocimiento de la muerte de su hermano más pequeño, aún no alcanzaba a comprender la situación.
Los restos de Pablo fueron trasladados desde Mar del Plata hasta Rosario en el avión de la gobernación de Buenos Aires, que aterrizó ayer poco después de las 16. Minutos antes de las 18.30, el féretro fue llevado hasta el local de Beruti y Rueda. Allí, el barrio entero esperaba a Pablo.
El calor agobiante que soportaron ayer los rosarinos ayudó a convertir a la zona en un verdadero infierno. Llantos desconsolados, gritos, desmayos, crisis de nervios y desconsuelo eran parte de la pesadilla que se vivió durante el velatorio.
Vecinos, amigos, compañeros de la Escuela Naval a la que concurría, de Renato Cesarini, y de Deportivo Rosario, donde había jugado cuando todavía era niño, se dieron cita para contener a la familia.
"Es inexplicable". "No se puede entender". "Es injusto". Esas eran las frases que repetían los adolescentes que habían compartido el potrero y la cancha con el chico, que jugaba con la 10.
"Era encantador y tengo que pensar que Dios se lo llevó porque realmente era un ángel", comentó Esther, la mamá de uno de sus viejos compañeros del Deportivo Rosario.
Los restos de Pablo serán inhumados hoy, a las 10.30, en el cementerio de Villa Gobernador Gálvez.



Pablo ya había viajado a Mar del Plata en diciembre.
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