La Secretaría de Defensa de la Competencia fijó duras condiciones a la cervecería Quilmes para fusionarse con la brasileña AmBev (Brahma-Antárctica), al obligarlas a vender dos plantas, desprenderse de casi la totalidad de sus marcas y prestarle sin restricciones por siete años sus redes de distribución a un nuevo competidor internacional.
La decisión oficial se conoció ayer por la tarde mediante un comunicado en el cual de antemano se establece que las exigentes condiciones fijadas a ambas empresas tiene por objeto "generar un nuevo competidor internacional capaz de reemplazar la función que cumplía Brahma, antes de su concentración con Quilmes, en su carácter de reguladora de precios del mercado interno".
El 2 de mayo del año pasado, Quinsa (controlante de Quilmes) anunció la venta del 37,5% de su capital accionario a AmBev (controlante de Brahma) en 346 millones de dólares, de manera de conformar una poderosa empresa cervecera con el control del 82% del mercado nacional.
La operación fue duramente cuestionada por la holandesa Heineken (socia de Quilmes en un 15%) y por la alemana Isenbeck, la fusión terminó en la Justicia, situación que demoró en casi cinco meses la resolución final de parte del gobierno.
Las condiciones fijadas por la Secretaría de Defensa de la Competencia y el Consumidor se deberán cumplir en un período de 12 meses, cuestión que entre empresarios del sector consultados se reconoció como requisitos "muy exigentes".
Incluso, una de los puntos obliga a vender a un competidor extranjero la planta de Luján con la que Brahma le pagó a Quilmes parte de la operación, lo que haría cambiar todo el sentido de la asociación.
Hoy, tanto Quinsa como AmBev informarán a las Bolsas europeas, San Pablo y Buenos Aires sobre el contenido de las exigencias impuestas.
Las dos empresas deberán desprenderse de las marcas Bieckert, Palermo y/o Imperial y, a opción del competidor entrante, de la marca Norte. Además deberán vender la planta de Luján, que produce 2 millones de hectolitros equivalente al 10% del mercado nacional.
También deberán vender la plata de Bieckert en la localidad bonaerense de Lavallol a un tercer jugador entrante, o asegurarle una concesión de 10 años de la explotación de esa maltería.
Por siete años deberán permitir y facilitar el acceso, sin limitación, a todas las redes de distribución utilizadas de las cervezas fabricadas o comercializadas por el nuevo entrante para asegurarle al nuevo actor un plazo prudencial en el cual pueda hacer inversiones para tener una red comercial propia.
Tanto Quinsa como AmBev "no podrán forzar ni inducir de forma alguna a sus clientes a comprar conjuntamente con las cervezas por ellas fabricadas o comercializadas, otros productos que, directa o indirectamente, produzcan y/o comercialicen, impidiendo de esta manera lo que se conoce como venta atada".
Por último se obliga a Quilmes y Brahma a producirle al nuevo actor, en caso de que lo requiera, una cantidad de cerveza equivalente al promedio de la producción de los últimos dos años de las marcas que se transfieran más un 20 por ciento.
La marcha de los compromisos serán monitoreados por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia en los primeros cinco días de cada mes, para lo cual las empresas deberán presentar un "exhaustivo informe".
Por otro lado, el viernes próximo se conocerá el fallo del tribunal de la Cámara de Comercio Internacional de París por la presentación que realizó Heineken en ese ámbito en contra de la fusión.