El entierro de los restos mortales de Leopoldo Fortunato Galtieri en el panteón militar del cementerio de La Chacarita terminó envuelto en una fuerte controversia: el jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, reivindicó la figura del ideólogo de la Guerra de Malvinas y autor de graves violaciones a los derechos humanos, al afirmar que, "en épocas de convulsión y desencuentros entre los argentinos, actuó y decidió según sus convicciones", por lo que "su gestión ya está en la historia". Estas definiciones detonaron un pedido de "inmediata destitución" desde el Congreso y contrastaron con la reacción de figuras políticas, tanto del gobierno como de la oposición, y de organizaciones sociales.
Al pronunciar unas breves palabras en la ceremonia, Brinzoni dijo que "el Ejército despide a uno de sus comandantes en jefe" que, "en épocas de convulsión y desencuentros de la sociedad argentina, actuó y decidió según sus convicciones". Y remató: "Su gestión ya está en la historia".
Pero el jefe del Ejército potenció la polémica, al referirse al procesamiento con prisión domiciliaria del represor por la desaparición de una veintena de militantes de Montoneros en 1980.
"(Galtieri) enfrentó con entereza las dificultades y cumplió como un soldado disciplinado todas las órdenes y políticas institucionales dictadas por el Ejército", enfatizó Brinzoni antes de cerrar con el clásico "que descanse en paz".
Poco después, el diputado socialista Oscar González reclamó al presidente Eduardo Duhalde "la inmediata destitución" del titular de la fuerza por sus polémicas declaraciones.
"El Estado no puede darse el lujo de seguir albergando a nostálgicos de las dictaduras ni financiando las actividades sociales de quienes fueron protagonistas de torturas, secuestros, asesinatos y apropiación de menores durante el proceso represivo iniciado en 1976", subrayó el legislador.
Una ceremonia discreta
El entierro de Galtieri, quien murió el domingo a los 76 años por el agravamiento de un cáncer de páncreas, fue discreto y sin incidentes: participaron unas 200 personas, entre familiares y militares de alto rango (activos y retirados), y los civiles sólo irrumpieron en suaves aplausos a la llegada del féretro sobre un coche fúnebre sin el nombre del fallecido a los costados.
Entre los artífices de la última dictadura militar que asistieron al cementerio se destacaron el general (R) Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior de la Primera Junta de Comandantes, y el almirante (R) Jorge Anaya, ex titular de la Armada durante la Guerra de Malvinas. La guardia de honor del Regimiento de Patricios formó en escolta alrededor del ataúd del mentor de la aventura bélica contra Gran Bretaña.
Contrariamente a los que se esperaba, ninguna agrupación de víctimas del terrorismo de Estado ni de soldados veteranos de Malvinas se hizo presente en La Chacarita. En el adiós a Galtieri, todo transcurrió sin pena ni gloria.
Lo cierto es que Brinzoni fue el único que alzó su voz en favor del represor. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, lamentó que Galtieri no dijera antes de morir dónde están los desaparecidos y sus hijos que nacieron en prisión ni se haya arrepentido de las muertes de los soldados argentinos en las islas.
"Hay una justicia divina, y ahora Galtieri está compareciendo ante ella", dijo Carlotto, quien advirtió que salvo el ex jefe del Ejército general Martín Balza nadie mostró "arrepentimiento ni proporcionó soluciones" al tema de los desaparecidos.
El ministro de la Producción, Aníbal Fernández, rememoró ("como malvinero de corazón") que él estuvo en la Plaza de Mayo cuando Galtieri convocó a los argentinos para respaldar la decisión de invadir el archipiélago, el 2 de abril de 1982, aunque aclaró que "me importaba poco lo que significa ese señor". Y reconoció que su decisión le costó "perder muchos amigos militantes".
Por su parte, la candidata presidencial del ARI, la diputada Elisa Carrió, confesó: "Nunca me voy a olvidar la imagen de ese hombre por la derrota de Malvinas". Además, estimó que "quizá Galtieri sea como nuestro peor rasgo sobre la violencia".
El fundador de la Federación de Ex Combatientes de Malvinas, César González Trejo, señaló que "sentí de alguna forma el cierre de una etapa, como ocurre con tantos personajes que están muriendo".
También esbozó una particular teoría: "Galtieri creyó que estaba haciendo algo en función de los intereses del país, y me parece que también percibió que las ideas que lo nutrieron durante tantos años fueron un engaño. Me dijo que había sido traicionado".
Darío Greganio, del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Mar del Plata, recordó que "Galtieri decía que se debía poner de manifiesto la sangre del último de los argentinos, pero él nunca lo hizo".