| | cartas Las causas del incumplimiento
| El doctor Domingo Caratazzolo, psicoanalista de profesión, en un artículo suyo publicado el viernes 3 de enero, plantea cómo la caída de la figura paterna provoca "la declinación de la ley y la corrupción y la perversión concomitantes que se difunden en todos los ámbitos". La tesis del doctor Caratazzoto parecería poder resumirse en estos términos: la norma es esencialmente impuesta en la familia por el padre, por eso al caer esta figura paterna y al ascender la figura materna, que no impone (o por lo menos no de la misma manera) las normas, el país cae en el actual estado de corrupción en que vivimos. Es cierto que en estos últimos tiempos ha caído la figura paterna, y es tristemente cierto que nunca habíamos vivido como país un estado de anomia semejante. Pero relacionar los dos hechos y decir que uno causa al otro me parece, cuanto menos, una curiosa reflexión. La caída de la figura paterna no es exclusiva de este país y, sin embargo, no podemos decir que el aumento de la corrupción sea un hecho global, muy por el contrario. Además, la historia es pródiga en mostrarnos ejemplos de sociedades inmersas en los mayores estados de anarquía imaginables sin que haya menguado la figura paterna. ¿Acaso Freud no nos deja ver es sus magníficas historias clínicas una sociedad vienesa no muy limpia de corrupción y, sin embargo, con figuras paternas enormemente fuertes? El autor pareciera afirmar que solamente la figura paterna impone la norma: ¿Por qué razón las figuras maternas no pueden imponer normas? ¿Acaso no puede una figura materna ser una figura de autoridad? El hecho que las normas no sean respetadas, me animaría a afirmar, podemos buscarlo más bien en otros dos procesos psicológicos, que poco tienen que ver con la figura de los padres. Sabemos que la norma puede cumplirse por miedo al castigo (y en este caso, tal vez influya en el sujeto el haber tenido en la familia una figura de autoridad, sea materna o paterna) pero también la norma se cumple porque el sujeto sabe que, en el fondo, es lo que más le conviene. Por ejemplo, cuando viajamos en auto usamos el cinturón de seguridad no tanto por miedo a que nos multen, sino porque sabemos que en caso de choque nos puede salvar la vida. Yo me pregunto quién de nosotros piensa que las normas están hechas a nuestro favor, para marcarnos qué es lo que más nos conviene, y para guiarnos para vivir en sociedad. ¿Cuántos ahorristas piensan que las reglamentaciones bancarias son a su favor? ¿Cuántos contribuyentes piensan que el pago de sus impuestos es en última instancia algo que los favorece? Lamentablemente, no lo son. Los últimos hechos en la Argentina nos han mostrado que muchas normas no están hechas a nuestro beneficio y con miras al bienestar común. Ese desprestigio que tienen algunas normas arrastra a otras y luego ninguna norma termina por ser respetada. Creo que es ahí donde deberíamos buscar las causas de su incumplimiento. Aldo Luis Zicari
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