| | La temperatura llegó ayer a 33.4 grados
| Rosario ayer pareció la sucursal del infierno. El termómetro escaló hasta los 33,4 grados cuando los relojes marcaban las 16. La marca superó la del día anterior, que fue de 32,9 grados, que había sido la máxima en lo que va del flamante 2003. El sol parecía querer partir la tierra. El asfalto hervía y no pocas mujeres dejaron enterrados sus tacos en la brea de las calles, reblandecidas por el calor. Los rosarinos pugnaban por hallar un refugio a la sombra. Encontrar un techo que reparara sus cuerpos del calor era fundamental ayer por la tarde. Ni hablar de poder relajarse en algún ambiente con aire acondicionado. Ese sí que era el máximo de los placeres. Los bares refrigerados vieron colmadas sus mesas. Los bancos que también disponen de grandes equipos de aire acondicionado se llenaron de personas que remoloneaban conscientemente su salida al infierno. Minifaldas breves, bermudas y musculosas fueron los atuendos que reinaban entre los rosarinos que circulaban alrededor de las 16 por la zona de las peatonales San Martín y Córdoba. "Ojalá pudiera tirar el traje, la camisa y la corbata y andar en short", anhelaba Manuel, quien hacía un periplo por distintos bancos de la city, acompañado de una refrescante botella de agua mineral. Todo hace suponer que los rosarinos tendrán que acostumbrarse a circular livianos de ropas ya que lo que resta del verano promete castigar la zona con calores agobiantes...o en su defecto, con lluvias.
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