La Cámara Penal de Rosario confirmó la condena a dos años de prisión en suspenso por homicidio culposo contra un cabo primero de la policía provincial que atropelló y mató a un ciclista con un patrullero mientras iba a toda velocidad hacia el encuentro de dos personas presuntamente sospechosas. El tribunal dijo que si bien hay ocasiones en que los vehículos policiales pueden tener libertad de maniobra y tolerancia para infringir ciertas normas del tránsito, no fue éste el caso porque la situación de ninguna manera lo justificaba. El caso ocurrió a las 5.40 del 5 de enero de 2000 en Juan José Paso al 6200. En ese lugar, el patrullero 1607 de la policía se encontró con dos ciclistas y embistió a uno de ellos, que perdió la vida. Por eso al conductor le iniciaron un proceso. Al cabo del juicio el juez correccional Daniel Fernando Acosta condenó al policía a una pena de prisión condicional y adicionalmente le prohibió manejar por cinco años, aunque el cabo primero pudo seguir cumpliendo sus funciones como tal en tareas que no implicaran la conducción de vehículos. La decisión fue apelada por el condenado y subió entonces a la Cámara. La defensa del efectivo sostuvo allí que la bicicleta circulaba sobre su izquierda, que el ciclista hizo un giro imprevisto hacia la derecha y que eso fue lo que provocó la colisión. También afirmó que iba a una velocidad "prudente", aunque los peritos establecieron luego que circulaba a unos 62 kilómetros por hora. Sin embargo, la Sala I de la Cámara Penal no aceptó estos argumentos. Al confirmar la sentencia de primera instancia, este tribunal superior halló contradicciones en las sucesivas declaraciones del conductor del móvil policial y llegó a la conclusión de que circulaba a una velocidad "notoriamente inadecuada", sobre todo porque en ese momento llovía, la iluminación en la calle era deficiente y la calzada estaba muy resbaladiza. Además, el robo al que supuestamente concurría el patrullero nunca quedó acreditado. Un llamado telefónico simplemente había alertado sobre dos sujetos sospechosos que merodeaban en cercanías de una estación de servicios, y ese simple dato llevó al conductor a salir hacia el lugar a toda carrera. Según la Cámara, con los votos unánimes de los jueces Ernesto Pangia, Eduardo Sorrentino y Alberto Bernardini, esta conducta demuestra “una suerte de desprecio por la seguridad pública” que terminó costándole la vida a un ciudadano.
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